El sonido y espíritu del rock clásico, no entra en conflicto con un High Energy que dibuja las melodías con trazo más gordo ni tampoco con el Hard Rock de poderoso músculo...
Por Jorge García.
No creo que quede lugar para la disputa si afirmamos que el gran Lemmy Kilmister no daría el definitivo zarpazo al éxito masivo hasta que en 1980 publicase con sus míticos Motörhead su quinto larga duración titulado "Ace of Spade" (reseña).
Es necesario recalcar que esta certeza no entrará en contradicción con el hecho, también inequívoco, de que fue un año antes, con la grabación del segundo disco de la firma en lo que a publicaciones se refiere, "Overkill", que la banda británica lograse la definitiva construcción de su pétreo y al tiempo bello sonido, alimentado por la fortaleza y rica cromatura de las guitarras de "Fast" Eddie Clarke y la sólida y despiadada pegada de los tambores de "Philthy Animal" Taylor que se confabulan con el retumbante bajo de Lemmy, en el que es posible que haya sido el mejor line-up con que ha contado Motörhead
El sonido y espíritu del rock clásico que refulge en el núcleo en erupción con que explota el sonido de la banda, no entra en conflicto con un High Energy que dibuja las melodías con trazo más gordo ni tampoco con el Hard Rock de poderoso músculo que va ganando terreno sin traicionar iniciáticas declaraciones de intenciones estilísticas firmadas tiempo ha por Lemmy, antes incluso de llegar a la nomenclatura Motörhead.
Con este trabajo, crucial y absolutamente categórico, Motörhead se alinea en igualdad de méritos, en la plataforma superior del podium del rock and roll (del que ya no bajaría) compartiendo esta primordial posición con sociedades, en ocasiones más populares pero solo eso, como AC/DC, Black Sabbath, Deep Purple o Thin Lizzy.
Además de un sonido que hace encajar en el mismo y atronador telón sónico la belleza en cuanto a colores y la furia desbocada de una manera de hacer rock, en "Overkill" encontramos alguna de las composiciones más inspiradas de la historia de Motörhead y por ende del rock and roll.
El poderoso tema de título homónimo no hace que otros clásicos del álbum pasasen a una presunta segunda línea, y cualquier corte puede ser himno y emblema de "Overkill": "Stay Clean", "Keep Us On The Road", "No Class", "Damage Case" o "Metropolis" por citar algunos ejemplos de temas tan perfectos como enérgicos al tiempo de sutiles y de tersa textura.
Motörhead imponía su ley de cara a la galería en 1980, pero en 1979 con "Overkill" hacia cuajar la argamasa de los cimientos con que levantarían una letanía que los años y una trayectoria discográfica al alcance de muy pocos, han hecho de la marca londinense capitaneada por Lenny Kilmister una auténtica leyenda.
Absolutamente de acuerdo, Jorge, este disco es una biblia rocker igual que el "Highway To Hell" del mismo año.
ResponderEliminarUn abrazo.
Efectivamente, dos discos que desde el primer pase ponen de manifiesto lo que es un muestrario inmune al paso del tiempo y permeable a cualquier tipo de moda posterior.
EliminarAbrazos.