…el grupo demuestra que el camino recorrido ha ido empapando de visiones y retazos de vida a las nuevas canciones…
Por Jorge García.
Cuando un grupo de músicos veteranos y curtidos como los que completan el line-up que se reúne bajo una nomenclatura como Amann & The Wayward Sons, decide dejar constancia discográfica de sus instintos, actitudes e influencias en lo que a la música del diablo se refiere, es evidente que se van a entregar a los paisajes que evocan sus escuchas y sentimientos básicos, a la carencia de las noches habidas y por haber, a los kilómetros de carretera y al viento de la pradera o al eco de la montaña fronteriza.
Todo ello se palpa y saborea en "When The Day Goes Slow", cuarto disco largo de la formación bilbaína capitaneada por Pablo Amann Murga, con la que dan carta de naturaleza a los géneros más genuinos y enraizados del rock americano.
Se insinúan, paseando por el pasillo que forman los surcos del vinilo, fantasmagóricas y cabalísticas apariciones de referentes como Neil Young, ZZ-Top o The Doors; amén de cualquier viejo trovador bluesero o sureño que sin dificultad arribará a la fiesta durante la media hora de duración de las siete canciones que contiene el álbum.
Sin sorprender, ni pretenderlo, en esta nueva entrega, el grupo demuestra que el camino recorrido ha ido empapando de visiones y retazos de vida a las nuevas canciones, que en ocasiones se mimetizan sin incurrir en pecado de copia, con ineludibles instantes del pasado, escúchese para entender tal afirmación el segundo corte en la línea de los Doors más apegados al blues y a la carretera titulado genéricamente "My Freedom".
"Rumble" es otro momento arenoso, pantanoso y al tiempo crepuscular que dicta sentencia de genuinidad al dictado de la armónica; mientras "Lies" – que ya aparecía en el disco de 2018 "Free Soul" – se perpetúa en un riff en la onda de los texanos más barbudos del negocio.
El tema de título homónimo es un blues clásico cuyas guitarras y teclas se aferran a la tradición y traen consigo el humo de algún garito perdido en la memoria de los tiempos.
También estupendas y plenas de bendita ortodoxia se nos muestran "Where Have The Good People Gone" o la acústica y rasgada "Filthy Train". "I Have to Change to Stay the Same" derrapa entre el blues y el soul y también ofició de single promocional.
No son Amann & The Wayward Sons de los que especulan con la música en clave de negocio o experimentación, su propuesta es la que es y en ella empeñan su prestigio y el peso de su personalidad, por ello el resultado suele ser – en esta ocasión también – discos donde la música y los atrezos de su inspiración e identidad ganan la partida de lo ético y también, la adhesión incondicional de los oyentes que comulgan con su universo. No se los pierdan, que no siempre sabemos el terreno que pisamos.
Reseña publicada el pasado 18 de marzo de 2024 en el Exile SH Magazine.
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