Tiene su miga ver una ópera sobre la invasión de Israel por parte de Nabucodonosor, rey de Babilonia precisamente en este momento, pero bueno...
Hablemos por tanto exclusivamente de música si les parece. Y en este sentido se hace preceptivo comenzar por el barítono rumano Kálmándi Himály: me ha gustado mucho su interpretación, por estilo verdiano, - perfecto en el canto legato - y también por su timbre broncíneo que refleja fielmente las cualidades del protagonista: amor de padre y nobleza. A su lado, una sugerente Sümegi Eszter, soprano del país que da la cara por la pérfida (y cuasi ninfómana, por lo visto en esta producción) Abigaille, ambos son (junto con el coro de la ópera sw Hungría) bajo mi punto de vista, los puntos fuertes de la representación.
Esta última da con el tono dramático, hierático y frívolo, al tiempo de sensual y malvado que exige el rol y no tropieza en ninguna de las muchas trampas que esconde esta terrible partitura (Callas o Caballé no querían saber nada con este personaje). Hablamos de un rol endiabladamente complicado y desde luego yo me la he creído, y eso ya es mucho decir cuando de Abigaille se trata.
El bajo encargado de dar vida y voz a Zacarias, el cantante local Szabo Balint ha cantado muy bien, profundo dramáticamente y con bello color, pero ha pasado algunos apuros con la fuerte orquestación compuesta por Verdi, que ocasionalmente le ha tapado.
La pareja de jóvenes enamorados formada por el tenor Hórvath István y la (me ha parecido estupenda) mezzo Gálvez Erika, como Ismaele y Fenena respectivamente, han cerrado con absoluta solvencia el elenco protagonista.
La puesta en escena, atemporal (incluso futurista) pero con vestuario del 550 antes de Cristo???... Me recordaba por una parte a los directos de Pink Floyd de los noventa y por otro lado a los espectáculos del Circo del Sol, pero ha sido vistoso y por momentos sugestivo.
Correcta dirección orquestal por parte del maestro Dénest István, sin dañar a Verdi en ningún momento, aunque dentro de los convencionalismos habituales, y absolutamente magnífico el coro de la casa que se ganó el merecido reconocimiento del público.
Precioso teatro, púbico muy respetuoso y entendido, con criterio a la hora de irrumpir en aplausos. Y tras los saludos, bis del célebre "Va Pensiero" por parte del coro y con todo el elenco presente en escena.
No se permitían fotos de la representación, por eso va una de la fachada del telón tomada minutos antes de empezar el espectáculo.
La ópera sigue viva y llenando teatros con obras de más de siglo y medio de vida, pues el paso del tiempo es impermeable al arte verdadero.
Ya sabía de tu amor por la ópera, y da gusto leer tu descripción del evento, Jorge. Cómo me gusta que te alejes del rock y arriesgues com cosas tan diferentes.
ResponderEliminarUn abrazo.
En alguna ocasión había reseñado alguna ópera grabada pero nunca había hecho crónica de una ópera representada en vivo, ha sido una experiencia que posiblemente repita.
EliminarGracias Gonzalo.
Abrazos