The Afghan Whigs - Gentlemen (1993)

Crítica: The Afgham Whigs - Gentlemen (1993)



...encajar todos y cada uno de los aspectos sónicos, estilísticos y rabiosamente orgánicos que revolotean por ese lienzo tridimensional que es "Gentlemen"...

Por Jorge García


Fue un cinco de octubre como hoy pero de hace treinta años cuando The Afghan Whigs publicaban su cuarto disco de estudio, un disco que llevaría por título "Gentlemen" y que se convertiría en un clásico inclasificable de la década de los noventa.

Hoy lo recordamos en Rock and More, y para ello volvemos a vivir bajo la lírica oscura, gaseosa, épica y elegantemente sugestiva que caracteriza a Greg Dulli y su banda madre, un estilo sumamente personal e intransferible que se convierte en arte inigualable con la llegada de "Gentlemen".

Cuando la década de los noventa se debatía entre varios estilos, Greg Dulli y sus compinches se saltaban la hoja de ruta y construían discos inclasificables, diferentes y abiertos a multitud de matices de los que tal vez carecían algunos de los más emblemáticos héroes de la MTV en aquellos azarosos noventa.

Muchos podrían pensar que Afghan Whigs veían los toros desde la barrera, que el grunge se coronaba con todos los laureles en materia de nihilismo y transgresión y que en el viejo continente triunfaba un pop que se expandía por doquier desde las islas británicas, que el indie aún tenía tirón comercial aunque había perdido la etiqueta de autenticidad y que parecía que viejos ídolos volvían reclamando lo que fue suyo en los setenta y sesenta.

No parece pues, que los de Cincinnati encontrasen acomodo dentro de las etiquetas que en la época partían la pana, también parece evidente que no buscaban más atalaya desde la que observar el panorama que aquella que ellos mismos edificaron, sin tener demasiada tendencia a mezclarse en el tumulto que hacía cola para colgarse las acústicas y lucir palmito televisivo en el próximo uplugged.

Cualquiera de los trabajos noventeros del grupo merece un respeto que no estoy seguro de que le haya sido otorgado, pero me voy a detener en el mágico 1993 para recordar brevemente aquella burrada de elepé al que bautizaron como "Gentlemen".

Once canciones y casi cincuenta minutos después de dar al play, es inevitable tomarse un momento de reflexión para encajar todos y cada uno de los aspectos sónicos, estilísticos y rabiosamente orgánicos que revolotean por ese lienzo tridimensional que es "Gentlemen". Y es que no se acepta con facilidad la caótica amalgama de intenciones sonoras que braman los altavoces y que casi de manera siniestra tiene perfecta simetría, orden y concierto.

En "Gentlemen" hay grunge, rock alternativo, goteos de Sub-Pop y por supuesto soul. Pero sobre todo hay una actitud: la de desechar convencionalismos y diferenciarse de la masa, no resultar miméticos ni acomodaticios, mirar desde otro ángulo, no importa demasiado si desde arriba o desde abajo, si picado o contrapicado, engendrar canciones nacidas del inconformismo, filtrándose tal vez algo de petulancia en la mezcla y empeñando fuertes dosis de talento y visceralidad. En definitiva, los ingredientes perfectos para fabricar una obra que se mantiene orgullosa y altiva dentro de su genialidad sin que los años puedan erosionar la pureza de su composición.

Además hay canciones, inspiradas, reaccionarias en sus altas miras, desprendidas de oportunismos, abriéndose paso sin suplicar, ignorando el entorno hostil, el sentido de la marcha de la marea, el qué dirán... canciones que van a lo suyo, y que no han rendido pleitesía al redil tras casi tres décadas de marcha triunfal.

Sin llegar a la cima de la popularidad, en un hogar más humilde que es donde mejor viven las grandes obras, con instinto de perpetuar una leyenda compartida entre no demasiados, sin preceder a Queen en los playlist de Rock Fm. Ese es el entorno donde sigue macerando "Gentlemen", en los sótanos donde se entierran los botines más huidizos y controvertidos.

Dulli, en un momento especialmente frenético y de explosiva creatividad combina los elementos apuntados para deflagrar canciones tan perfectas y arcanas como "If I were going", con efluvios incluso post-punk; "Gentlemen", o cómo puede ser el grunge elegante y sinuoso sin caer en lo trémolo; "Debonair" con la intensidad desatada de lo selecto y un texto provocador y altanero o "My curse", una incendiaria balada que se revela y retuerce sobre sí misma y una letra críptica cantada por Marcy Mays (Scrawl), son algunos momentos rutilantes de esta selección de inquietudes musicalizadas que responde como "Gentlemen".

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