Desperados - "Motel Martín" (1992/2019)

Crítica: Desperados - "Motel Martín" (1992/20199)

...el disco recoge pinceladas del rock patrio de calle, bar y sentimiento, donde Burning, La Frontera o Rebeldes dejan caer gotas de influencia y su sello...

Por Jorge García.


El otro día en uno de los lugares en los que me dejan desparramar peroratas, más concretamente en La Comunidad del #FFVinilo, el compañero dmatuteb escribía (pinchar) a propósito de uno de esos grupos que la historia del rock patrio tiene en el desván de los olvidados, me refiero a Desperados.

En concreto hacía referencia a su álbum de 1992 "Motel Martín", quizás su más completa, equilibrada y ajustada colección de canciones, perfectamente acuñadas a un sonido de esencias ibéricas, al tiempo que recogía evidencias anglosajonas.

Eran los tiempos en los que la mayoría cantaban en castellano, y lo hacían sobre chicas, el barrio, las escaramuzas callejeras de juventud, las quimeras nocturnas y, cómo no, el amor deseado y no logrado o directamente perdido y roto.

El grupo, creado a raíz de los daños colaterales sufridos por otras bandas como Octubre, La Frontera o Números Rojos, de donde provenían los hermanos Martín (Fernando y Guillermo) sobre cuyo apellido hace referencia el título del álbum, no gozó del éxito general, y tanto las radiofórmulas de la época como los incipientes canales de TV de liturgia musical fueron territorio vedado para ellos.

En la edición real y única del elepé, que no llegó hasta el año 2019, Fernando explica en el libreto los avatares que llevaron al grupo a tener un estudio y medios, lo que les pareció una suerte de gloria en la tierra, acostumbrados a recibir puntapiés por parte de una industria que nunca ha apostado por el rock.

Bendita la hora en la que los estudios TRAK decidieron dar forma a estas canciones. Contaron con amigos y profesionales para facturar el disco, todo parecía ir viento en popa, Pero como si estuviesen construyendo una leyenda maldita, la historia se trunca cuando la mezquina industria apareció para negarse a dar el último empujón a la publicación del disco y el definitivo salto del grupo, y "Motel Martín" acabó en el cajón de los discos perdidos.

Desgraciadamente Guillermo Martín - por quien profeso auténtica devoción y un enorme cariño - no ha podido ver en la calle ese quinto disco de Desperados que parecía que nunca iba a ser publicado, escuchar sus guitarras y teclas en esta grabación es un deleite y sirve de eterno y merecido homenaje a su figura.

Decíamos que el disco recoge pinceladas del rock patrio de calle, bar y sentimiento, donde Burning (evidentemente menos stonianos estos Desperados), La Frontera o Rebeldes dejan caer gotas de influencia y su sello queda indeleble en las canciones de "Motel Martín". 

Pero no nos equivoquemos, aquí no hay ningún ejercicio de simple copia-pega, la banda escarifica su personalidad tanto en cada canción como en la atmósfera general del conjunto y lo que se oye es Desperados, no hablamos de un grupo tributo a una época o estilo particular, esto tiene que quedar claro: influencia sí, emulación no.

Además el tracklist cuenta con diversos acentos y texturas, así el rockabilly se expande en toda su mediterránea americanidad a lo Rebeldes (o Stray Cats) con incendiarios pianos honky-tonk en "Corazón de fuego".


Guille hace rugir su guitarra en la sólida y bruñida "Aún no he caído" y la banda explica su estilo en temas de enorme enjundia sónica como "Llama cuanto antes" - fina versión de "Starry Eyes" de The Records - o "El mundo patas arriba". El ramalazo rockero y suburbial llega con "Señor policía" y los instantes más acústicos y orgánicos llegan con "Ella tiene que ser" (el estupendo y reciente "Aquí Conmigo" de los gallegos Tesouro bebe, entre otras fuentes, de este gran tema).

Además de todo lo dicho, siento este disco en la piel como uno de esos objetos que llevan en su germen una coordenada espaciotemporal muy definida, una especie de forma de hacer que ya no se lleva en estos tiempos de conciertos sin músicos y canciones sin discos. Una delicia que resume muchas de las cosas buenas que tiene el incomprendido y casi siempre ignorado rock ibérico que tanto ha dejado en su largo y tortuoso camino. 

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