Rosendo - "Loco por incordiar" (1985) - Mis discos de los ochenta

Crítica: Rosendo - "Loco por incordiar"

...guitarras sucias que miran a Rory Gallagher mientras siguen sujetas al sonido Leño para recoger la bruñida, arenosa y temblorosa voz de Rosendo...
Por Jorge García.


El motivo por el cual apenas están apareciendo reseñas de discos publicados en este 2023 en el blog es, básicamente, por la falta que los mismos, pues apenas he encontrado en los más de siete meses de año que llevamos navegados una decena de trabajos que realmente me hayan gustado y que aguanten más de tres o cuatro reproducciones antes de pasar al más opaco y denso de los olvidos.

Por lo cual, aprovecho estos tiempos de reflexión sobre el, mucho me temo que cambiante "hoy" que me envuelve, y retrocedo a tiempos pasados y a discos que tras varias décadas siguen sonando y que además, cada vez que lo hacen, vuelvo a disfrutar con ellos.

Rosendo Mercado deshace Leño en 1983, cuando estaban en su mejor momento y ante el estupor general de sus muchos seguidores, que sentían que algo se había roto en el rock patrio.

Quedaba la marca Leño para la historia y empezaba la leyenda Rosendo a forjarse aún en bambalinas. El de Carabanchel tenía un ramillete de excepcionales composiciones que bien hubieran dado más que competente continuidad a Leño, pero que tenían un destino distinto.


Tras algunos problemas que ya no tienen demasiada importancia con Zafiro (Chapa Discos), la marca que apostó por el rock urbano y el heavy nacional durante los años precedentes, Rosendo se une a la poderosa RCA para preparar en Alemania y Bélgica su primer disco en solitario, el ya mítico "Loco por incordiar".

Leer los créditos de "Loco por incordiar" en este insípido nuevo siglo es ciertamente impactante: Sergio Castillo y Tato Gómez a la base rítmica, Carlos Narea a la producción y un tracklist absolutamente demoledor que no entrega un solo segundo de debilidad o duda.

La incursión de músicos de estudio no afectó demasiado al sonido que el madrileño pretendía, basado en guitarras sucias que miran a Rory Gallagher mientras siguen sujetas al sonido Leño para recoger la bruñida, arenosa y temblorosa voz de Rosendo, que declama contra y a favor de lo que le rodea con esa visión de la calle, del chico que se enfrenta a todo con la seguridad que da el día a día en el barrio con el mundo a la contra.

Para que todo saliese a pedir de boca Rosendo contaba con un pelotazo como "Agradecido", donde se 'acuerda' de aquellos que le pusieron fácil el tránsito a su etapa en solitario, y que sonó hasta en las verbenas de pueblo.

El éxito llegó de manera diferente a como había acompañado a Leño, los temas ahora eran más luminosos, con unos teclados que han sido muy criticados (la seña sónica de aquellos años) pero que escuchado el disco hoy no me parecen para tanto, pero que suavizan la rotundidad general de algunas canciones ("Me gusta así" es quizás la más damnificada), los estribillos parecen más accesibles y el tono se ofrece menos denso y suburbial.

Pero sobre todo en "Loco por incordiar" triunfan las canciones, soberbias y con una pegada impresionante, se 'sigue acordando' de algunos en cortes como "Pan de higo"; y en "Loco por incordiar" esboza un retrato claro de su personalidad, con una voluntad clara de decir y expresar su verdad y si hace falta tocar los huevos, se tocan.

Otros temas como "...Y Dale!" o "Corazón", que también tuvieron cierto impacto comercial en aquel 1985 aportan su dosis de descaro y 'las cosas claras' que caracteriza al autor de "Jugar al Gua". En la excesivamente sintetizada "Callejones" cuenta con el texto de Ramoncin para cerrar la cara A del vinilo.


Casi cuatro décadas después del exitoso debut de Rosendo Mercado, se puede descubrir un disco que a pesar de una producción demasiado de su época, contiene un buen número de himnos que hemos disfrutado durante lustros y coreado en mil y un conciertos. Fue el punto de partida a una impoluta trayectoria marcada por la honestidad, el señorío, el compromiso y la lealtad a unos principios que ya estaban firmados en esta declaración de intenciones que fue el magnífico y primigenio "Loco por incordiar".

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