Marea - "Besos de perro" (2002)

Crítica: Marea - "Besos de perro"


...se aunaban metraje, producción y canciones en un mismo concepto de cohesión y arte para completar un álbum redondo, influyente, rompedor y categórico.
Por Jorge García.


En esta retrospectiva vital en la que me encuentro, llego a un capítulo que sin darme cuenta ha pasado de reciente a añoso en más o menos el mismo tiempo en el que un servidor a ido pasando de rockero de raza a lustroso cronista musical.

Es posible que con los cincuenta ya bien cumplidos, me esté dando cuenta de que siempre hubo más del rockero que del redactor en los huesos hoy cansados y abollados del que suscribe. El caso es que la aparición de (los) Marea pertenece a unos tiempos en los que la adolescencia ya era un recuerdo y la cincuentena aún parecía una quimera. 

Hoy, con la primera ubicada en el medievo de la memoria y la segunda dominando mis desvelos y frustraciones, vuelvo a la banda del irremediable Kutxi Romero como desesperado acto de resurrección, y parece que sin poder achacar a sus textos milagro alguno, entiendo su mensaje y motivaciones mejor que nunca, o al menos mejor que entonces, cuando la treintena era una (bendita) amenaza y el antídoto parecía llegar de la mano de un nuevo lenguaje y actitud que sonase a perdurable respetabilidad y a juvenil y perpetua madurez.

En el año 2002, tras los primeros coletazos de la banda, las alusiones no siempre bienintencionadas a Extremoduro, las comparaciones con un reciente pasado glorioso del rock urbano de distorsiones y poesía asfáltica y proletaria, llegaba el tercer disco de Marea titulado "Besos de perro"


Eran días de cambios, con el Euro redondeando precios, nóminas y egos; la aparición de suntuosos Macro-Festivales y la imposición de internet con sus disimuladas formulas de robo de canciones. Aparecían nuevas formas de romanticismo juvenil, con el coito como ceremonioso aunque no siempre glorioso colofón de la noche, los conciertos como eventos sociales y las emisoras de radio machacando temas de los setenta como sofisticada pose de erudición intelectual. En aquél maremágnum, triunfaba, incomprensiblemente, Marea.

Algo tendrá el agua cuando la bendicen: un vetusto sabor con aroma de críptico pesar de corazones y cerebros; unos riffs que no dejan de acertar en la diana, esa que marca cincuenta en el centro del pecho; unos estribillos donde lo poético adquiere la cruda aguijonada del verismo, como una versión para la Play del Francisco de Quevedo del nuevo milenio; una realidad que se hace la encontradiza en las letras y que filtra su veneno en las tripas para que, con distintas fórmulas, resulte tóxico o sanador y pueda curar o condenar a noches de insomnio.

Condicionantes que conectaron con la nueva generación y que despertaron suspicacias entre los veteranos, obnubilados para siempre por las soflamas de las leyendas de los ochenta, demasiado pendientes de las nuevas metas del recién iniciado siglo como para entender el lenguaje que intentaba y conseguía imponer Kutxi, las viejas ecuaciones seguían funcionando, pero la lírica lúbrica, sensual, romántica y existencialista de Marea imponía sus reglas, empezaba una nueva era y el tercer disco de los navarros había llegado para señalar en el calendario el definitivo punto de inflexión.

Por fin se aunaban metraje, producción (Iñaki "Uoho" Antón) y canciones en un mismo concepto de cohesión y arte para completar un álbum redondo, influyente, rompedor y categórico. Era el momento de Marea, cuando impusieron su sello, su verdad artística y literaria. A la tercera iba la vencida y más de dos décadas después "Besos de perro" sigue sonando al rock castizo, suburbial y al tiempo culto e intelectual del nuevo rockero de barrio, que esta vez llegó para quedarse. Los nuevos conceptos tenían una voz (Kutxi) y un sonido (Marea) donde expandir inquietudes, observancias, reflexiones, miedos y osadías, como siempre con el rock como vehículo y coartada de todo ello.

Elegancia y épica de barra de bar (de barrio), idioma propio de rapsoda de caña y oliva y ruidos eléctricos que resisten a los más crueles y pesarosos amaneceres, espirales de sentimientos rumiando adjetivos y sorbiendo alcohol, sueños que se desintegran y realidades que se quieren extirpar... Y canciones, hoy himnos y romances, odas, tonadas, cantigas... "Romance de José Etxailarena", "El rastro", "La luna me sabe a poco", "A la mierda primavera", "Manuela canta saetas"... 


Hoy volvemos a los "Besos de perro", al lugar donde empezaba un futuro que, al menos yo, no he visto llegar. 

Comentarios