Seis novelas que marcaron mi juventud

En la década de los noventa, el que suscribe entraba en la veintena. Edad curiosa en la que lo reflexivo va poco a poco apartando a lo inocente, no es que se pierda la locura de la adolescencia, o al menos no de forma inmediata, pero aparecen actitudes mucho menos limpias que empañan, sin uno darse cuenta, su alma. El futuro empieza a verse como una carrera en la que lo oneroso gana la partida a lo ideológico o al revés, en fin, que vas dibujando tú futuro y terminas borrando lo que creías ser poco tiempo atrás.

Yo seguía leyendo y los cambios en mi alma vinieron más por los libros y discos que por lo que la imaginación activa anhelaba para mis años de madurez. Nunca me atacó la ambición ni la codicia, seguía soñando con cosas que hoy interpreto sin esfuerzo como quimeras y en definitiva debo decir que me harté a perder el tiempo.

Una vez que te vas dando cuenta de que no vas a ser jamás Henry Morgan, ni Ivanhoe, ni tampoco Aragorn hijo de Arathorn, las lecturas empiezan a interesarse por otros paisajes, personajes y tramas, menos oníricas, más realistas e incluso filosóficas y buscas en los libros respuestas y no solo estímulos.

Algunos de los libros que más influencia causaron en mi durante la veintena y que he vuelto a leer en edad adulta descubriendo que eran aún mejores que cuando los leí en aquella, un tanto enajenada juventud que iba bastante a la deriva, me dieron intrincadas respuestas o bien me formularon incómodas preguntas, algunas aún sin resolver, otras con demasiadas respuestas posibles.

Vamos con seis novelas que marcaron mi juventud.


01. "El Retrato de Dorian Gray" - Oscar Wilde


Si hay una novela lasciva y cínica, esa es "El Retrato de Dorian Gray". Wilde analiza la vida desde una perspectiva hedonista y también cómica. El mensaje de la vida por el placer y la juventud por la vida, es pesimista en cambio. Llena de citas míticas y con esas reflexiones barrocas y simbólicas pero audaces sobre el alma y la tortura personal, sobre el pecado y el castigo, sobre el bien y el mal, que son ciertamente subyugantes. Una obra maestra que no deja de plantear preguntas siempre inoportunas.


02. "El Corazón de las Tinieblas" - Joseph Conrad


Ya estaba enamorado de la narrativa británica del siglo XIX cuando leí la soberbia e inquietante obra magna del polaco Joseph Conrad. Aquí nos plantea la inestabilidad del ser humano, la ambición de la empresa y el viaje hacia lo desconocido, no del lóbrego río Congo, sino de uno mismo.
Más que una novela, una pesadilla, con el hombre como animal pensante en primer término, siendo al tiempo depredador y presa, y lo desconocido (en general) como principal amenaza. Otra obra maestra absoluta cuya lectura sigue provocando sobrecogimiento.

03. "Nada" - Carmen Laforet


La he leído tres veces y ninguna de ellas he podido evitar el enamorarme de Andrea. Siempre he pensado que una casi niña Carmen Laforet se la mete doblada al franquismo. Su "Nada" habla de la pobreza (de todo índole) que se vivía en España tras la guerra civil provocada por el fascismo. El miedo, el desencanto, la depresión son protagonistas casi palpables del relato. Además se retrata fielmente el papel de la mujer en la época: su lugar en la sociedad, su inexistencia como ser pensante y en evolución (aún siendo estudiante), su 'nada' en lo sexual. Una novela imprescindible y sublime en la que siempre me ha parecido que se respira el polvo según paseas por la casa de la calle Aribau.


04. "Las Uvas de la Ira" - John Steinbeck


En aquellos años descubrí algo que me atrajo de manera irrefrenable y de cuyo influjo no he podido zafarme (ni he querido): La narrativa estadounidense. Es posible que todo empezase años antes con Tom Sawyer y Huckleberry Finn, pero esta novela fue la que consolido mi atracción fatal por los yanquis a la hora de escribir. Obra maestra en la que el ser humano cuando está al límite es el protagonista de la tragedia: su capacidad para luchar por los suyos y lo suyo, el poder de una madre ante los enemigos de su prole, la crueldad ante el miedo a la pérdida, ante la amenaza que puede llevar al delirio febril y violento... En definitiva: lo bueno y malo que atesoramos y cómo una circunstancia nos puede poner en el disparadero. (Siento una curiosa conexión entre esta novela y la también sublime "El señor de las moscas" de Golding).


05. "El Árbol de la Ciencia" - Pío Baroja


También las generaciones del 27 y 98 tomaron posesión de mi en aquellos años de la veintena. Mi favorita y la que más me ha 'afectado' ha sido esta "El Árbol de la Ciencia" del gran Pío Baroja. Una reflexión profunda aunque desgraciadamente improductiva sobre el ser y estar del español en general y del provincianismo patrio en particular. Afilada y sin filtro, sin dar carta de naturaleza a segundas opciones que puedan empañar el relato que se quiere conformar, es lamentable y doloroso comprobar que en más de un siglo, apenas hemos sido capaces de cambiar nada de lo feo y dañino de nuestra educación.


06. "La Nausea" - Jean-Paul Sartre


El existencialismo llegó a mi por medio de Albert Camus y su "La Peste", pero no fui consciente de ello, cuando lo degusté y lo empecé a asimilar fue con la cruda y pesimista visión de la existencia humana que expone Sartre en "La Nausea". En realidad nos cuenta bajo la lánguida mirada de un asceta empeñado en un trabajo literario absurdo lo que le rodea, que no es sino un resumen de lo que caracteriza al ser humano, con la soledad como albacea de su pensamiento y la única compañía del Autodidacto, que es quien en realidad nos cuenta la historia y la presencia tangencial de su antiguo amor Anny, que merodea como símbolo de la brecha social y sexual. Obra imprescindible, mitad novela y mitad ensayo filosófico. Imprescindible.

Comentarios

  1. Resumo aquí mi comentario sobre las dos últimas entradas sobre adolescencia y juventud en una sola, centrada tan solo en la segunda etapa. Sin lugar a dudas, mis libros favoritos de entonces fueron los del llamado boom latinoamericano. Novelas como "Rayuela" de Cortázar, "La ciudad y los perros" de Vargas Llosa", "El Aleph" de Borges, "El siglo de las luces" de Carpentier, "El túnel" de Sábato y "Cien Años de soledad" de Márquez (por citar los que me vienen ahora a la cabeza) fueron mis obras de referencia.
    Abrazos,

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    1. Aunque también entré en la explosión latinoamericana, aquella época la dominaron los franceses de los siglos XIX y XX, las generaciones 27 y 98 más los escritores de entreguerras, los británicos del XIX y de manera muy fuerte (y aún sigue) la narrativa americana.
      De las que citas "Rayuela", "El siglo de las luces" y "La ciudad y los perros" son sin duda las que más me han impactado.
      Un abrazo.

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  2. Intachable selección, la de Conrad es la novela que más me ha impactado en mi vida, entre las aventuras clásicas y la vanguardia del siglo XX. el gozne exacto. De la de Steinbeck te diré que pocos finales conozco tan brutales, el propio Ford no pudo (ni quiso, imagino) ponerlo en su magistral adaptación. Pero, bueno, que los otro cuatro libros también son excelentes.

    Un abrazo, Jorge.

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    1. Es cierto lo que dices con respecto a la película de Ford, pareciéndome soberbia, siempre he lamentado que el final no coincidiese con el del libro. Me ocurrió lo mismo con "El corazón de las tinieblas", es muy impactante.
      Un abrazo.

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