...encajar todos y cada uno de los aspectos sónicos, estilísticos y rabiosamente orgánicos que revolotean por ese lienzo tridimensional que es "Gentlemen"...
Por Jorge García
A una semana de que The Afghan Whigs salten al escenario del Azkena Rock Festival, me empieza a apetecer vivir bajo la lírica oscura, gaseosa, épica y elegantemente sugestiva que caracteriza a su estilo, sumamente personal e intransferible.
Nos olvidamos de novedades o temas inéditos que pudiesen sonar a modo de adelanto de su inminente nuevo álbum y nos centramos en el núcleo duro de su producción discográfica.
Cuando la década de los noventa se debatía entre varios estilos, Greg Dulli y sus compinches se saltaban la hoja de ruta y construían discos inclasificables, diferentes y abiertos a multitud de matices de los que tal vez carecían algunos de los más emblemáticos héroes de la MTV en aquellos azarosos noventa.
Muchos podrían pensar que Afghan Whigs veían los toros desde la barrera, que el grunge se coronaba con todos los laureles en materia de nihilismo y transgresión y que en el viejo continente triunfaba un pop que se expandía por doquier desde las islas británicas, que el indie aún tenía tirón comercial aunque había perdido la etiqueta de autenticidad y que parecía que viejos ídolos volvían reclamando lo que fue suyo en los setenta y sesenta.
No parece pues, que los de Cincinnati encontrasen acomodo dentro de las etiquetas que en la época partían la pana, también parece evidente que no buscaban más atalaya desde la que observar el panorama que aquella que ellos mismos edificaron, sin tener demasiada tendencia a mezclarse en el tumulto que hacía cola para colgarse las acústicas y lucir palmito televisivo en el próximo uplugged.
Cualquiera de los trabajos noventeros del grupo merece un respeto que no estoy seguro de que le haya sido otorgado, pero me voy a detener en el mágico 1993 para recordar brevemente aquella burrada de elepé al que bautizaron como "Gentlemen".
Once canciones y casi cincuenta minutos después de dar al play, es inevitable tomarse un momento de reflexión para encajar todos y cada uno de los aspectos sónicos, estilísticos y rabiosamente orgánicos que revolotean por ese lienzo tridimensional que es "Gentlemen". Y es que no se acepta con facilidad la caótica amalgama de intenciones sonoras que braman los altavoces y que casi de manera siniestra tiene perfecta simetría, orden y concierto.
En "Gentlemen" hay grunge, rock alternativo, goteos de Sub-Pop y por supuesto soul. Pero sobre todo hay una actitud: la de desechar convencionalismos y diferenciarse de la masa, no resultar miméticos ni acomodaticios, mirar desde otro ángulo, no importa demasiado si desde arriba o desde abajo, si picado o contrapicado, engendrar canciones nacidas del inconformismo, filtrándose tal vez algo de petulancia en la mezcla y empeñando fuertes dosis de talento y visceralidad. En definitiva, los ingredientes perfectos para fabricar una obra que se mantiene orgullosa y altiva dentro de su genialidad sin que los años puedan erosionar la pureza de su composición.
Además hay canciones, inspiradas, reaccionarias en sus altas miras, desprendidas de oportunismos, abriéndose paso sin suplicar, ignorando el entorno hostil, el sentido de la marcha de la marea, el qué dirán... canciones que van a lo suyo, y que no han rendido pleitesía al redil tras casi tres décadas de marcha triunfal.
Sin llegar a la cima de la popularidad, en un hogar más humilde que es donde mejor viven las grandes obras, con instinto de perpetuar una leyenda compartida entre no demasiados, sin preceder a Queen en los playlist de Rock Fm. Ese es el entorno donde sigue macerando "Gentlemen", en los sótanos donde se entierran los botines más huidizos y controvertidos.
Dulli, en un momento especialmente frenético y de explosiva creatividad combina los elementos apuntados para deflagrar canciones tan perfectas y arcanas como "If I were going", con efluvios incluso post-punk; "Gentlemen", o cómo puede ser el grunge elegante y sinuoso sin caer en lo trémolo; "Debonair" con la intensidad desatada de lo selecto y un texto provocador y altanero o "My curse", una incendiaria balada que se revela y retuerce sobre sí misma y una letra críptica cantada por Marcy Mays (Scrawl), son algunos momentos rutilantes de esta selección de inquietudes musicalizadas que responde como "Gentlemen".
Sirva esta reseña para preparar el concierto del próximo día 17 de junio en el ARF y para señalarlo, con todas las de la ley, como uno de mis discos de los noventa.
Los descubrí con el 1965, y desde ahí he seguido todo lo que hacía Dulli... y nunca me ha defraudado. Eso sí, la trilogía Gentlemen, Black love y 1965... vaya nivelón. Me pongo a pensar qué grupos tengo con 3 discos consecutivos que me gusten tanto, y pocos me salen.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias por tu sensacional blog.
Desde luego esa trilogía es el núcleo de su carrera, pocos son capaces de facturar tres álbumes así en los noventa.
EliminarGracias a ti. un saludo afectuoso.
My Curse es una de las mejores canciones de los 90 y este disco una tormenta que no encajaba bien en nada y a la vez lo era todo como se entiende en el texto. Puedes seguir con 1965 o Black Love ....
ResponderEliminarEs que lo cierto es que esta banda no encajaba en aquella época. Aún así consiguieron hacerse un hueco y un buen número de seguidores. Coincidimos en "My Curse"
EliminarGracias y un saludo.