Un cancionero que consigue la atmósfera propicia para cada inflexión vocal o melódica, con evocadores textos que son recitados con profusión pero sin aspavientos...
Por Jorge García.
Hace unas semanas mi compadre y compañero del Exile, David H. Molina (Nikochan), nos recomendaba, reseña en la mentada web mediante, un disco que en principio no debería empastar demasiado con mis gustos, pero que aún así me decidí a escuchar con calma.
Efectivamente, el disco no es lo que en estos últimos años ando buscando, pero sin embargo debo reconocer, y además lo hago con gusto, que el disco me ha cautivado y que lo he escuchado con placer, alcanzando con la audición del mismo, momentos de paz y descanso del mundanal ruido. El disco de marras se titula "Small Paintings" y la banda, que por cierto debuta con este álbum, River Dreams.
Agrupación australiana, cuna de grupos y solistas que por lo general parten la pana, formada por siete jóvenes capitaneados por uno de esos listillos que parecen designados por la providencia para encargarse de sacar adelante a una banda, a tenor de lo multifuncional de su capacidad y el copioso talento que parecen atesorar, este desecho de virtudes responde como Carl Mandwarring.
Que nadie se piense que estamos ante un iniciático y nuevo yacimiento sónico y estilístico que vaya a desatornillar a la música actual de los clichés ya marcados en los que lleva lustros incrustada, tampoco hace falta que así sea. Estamos ante una propuesta basada en el valor intrínseco de las canciones, que lucen sus bondades vestidas con sonidos clásicos de teclas, guitarras acústicas, cuerdas, y percusión sutil de bajo y escobillas; cantadas con emoción, mimando timbre y fraseo y evidenciando una fe ciega en las mismas.
Un cancionero que consigue la atmósfera propicia para cada inflexión vocal o melódica, con evocadores textos que son recitados con profusión pero sin aspavientos, con academicismo en la manipulación de los instrumentos pero sin envaramiento, un disco que se resiste a la tentación de emparejarlo con otros referentes musicales aunque por momentos podamos percibir la presencia de algunos nombres propios tras la cortina sónica de algunos temas, escúchese alguno de mis momentos favoritos como "Landscape", "Canvas Town", "Airport" o "I used to be okay with loneliness" para jugar a las adivinanzas y hacerse los encontradizos.
Da gusto dejarse mecer por estas canciones, todas ellas, sin acecho de instantes sobrantes, conceder la importancia que tiene una buena canción, bien ejecutada, con elegancia y exquisita arquitectura, sin pretender que los intestinos se retuerzan o el corazón busque latidos juveniles que ya no llegarán, simplemente una canción gestada en un momento de inspiración y virtuosismo, porque la música también es virtud, y en este disco hay mucho de eso.
Se recomienda visitar la reseña que sobre este mismo trabajo publicó mi amigo David H. Molina en el Exile SH Magazine.
Comentarios
Publicar un comentario