Miguel Ríos - El Rock de una noche de verano (1983) - Discos Repescados

Reseña: Miguel Ríos - El Rock de una noche de verano (1983)

...el disco se paso meses en lo más alto de las listas de ventas y la gira con la que fue presentado no hizo sino continuar (y superar) la apoteosis empezada con "Rock & Ríos"...


Por Jorge García.


No estoy seguro de que la reseña que me dispongo a escribir encaje exactamente con el propósito que pretende dar sentido a esta nueva sección de 'Discos repescados'.

En realidad he recuperado este disco después de (tranquilamente) veinticinco años, precisamente pensando en que pudiese encajar en la sección. Por lo tanto, primero ha sido la idea que da forma a la sección y después el disco, cuando tal vez esta iniciativa estaba pensada para que ocurriese al revés.

Tampoco tengo claro que sea justa la incursión aquí de "El Rock de una noche de verano" a estas alturas, casi cuarenta años después de su publicación. Además, que algunos pueden pensar que incluso peco de oportunismo al estar su autor, Miguel Ríos, muy en boga estas últimas semanas debido al cuarenta cumpleaños del mítico "Rock & Ríos" y a los conciertos conmemorativos que se han celebrado recientemente.

Por otro lado, se trata de un disco que quemé a base de cientos de escuchas cuando era apenas un niño, por supuesto, hoy lo escucho con otros oídos y me cuesta entender la devoción que sentí por él, y eso sí que encaja con esta sección. Vamos por tanto con "El Rock de una noche de verano" de Miguel Ríos.



Aprovecha el granadino del éxito sin precedentes de "Rock & Ríos" un año atrás y rememora en el tema de título homónimo aquellas noches de rock and roll por tantos municipios patrios durante el verano del ochenta y dos en la que, en aquella época, fue la reina de las giras en la historia de la música en España. 

"Rock & Ríos", como ya he confesado alguna vez, es uno de los discos que más veces he escuchado en mi vida, el primero que recuerdo comprar con apenas once años y uno de los detonantes de mi febril melomanía y mi pasión por el rock and roll por encima de cualquier otro género musical. Esta continuación (que es de lo que se trata en este disco) no podía por menos que mantenerme amarrado a mi recién estrenada vehemencia por el rock.

El tema que da título al disco fue un absoluto pelotazo comercial, aunque hoy suena bastante gastado y desinflado, el disco se paso meses en lo más alto de las listas de ventas y la gira con la que fue presentado no hizo sino continuar (y superar) la apoteosis empezada con "Rock & Ríos". Desde luego, aquél neófito llamado Mike Ríos se había convertido en el prototipo del rockero anglosajón en formato íbero.

En cuanto al disco, una evidencia de que se pretende continuar por la senda marcada en 1982 es que se cuenta prácticamente con los mismos músicos que giraron en el verano referido por el título del álbum y el single. Nos encontramos en los créditos a John Parsons, This Van Leer, Tato Gómez, Mario Argandoña... Ríos cuenta además con Carlos Narea y Tato Gómez para la producción, como ya hiciese con sus últimos trabajos de los años setenta.

En el apartado de la composición de los diez temas que nutren el elepé, son sus colaboradores los encargados, en una labor bastante coral, de las corcheas, mientras Miguel se encarga de los textos. 

Estos últimos tratan algunos de los temas clásicos del autor de "Al Ándalus": la amenaza nuclear en la mítica "Antinuclear", una de las mejor conservadas y parece que de vuelta a la más rabiosa actualidad desgraciadamente; la vida urbana o suburbana en "Madrid 1983", otro de los temas que mejor resisten la erosión de las décadas gracias a su frenética rabia rockera o el pesimismo que incita a la rebelión contra el sistema en otro de los mejores momentos de álbum como es "En la frontera".

Todos estos temas fueron singles con mayor o menor fortuna, además de "Retrato Robot", un tema muy flojo escuchado hoy, que cuenta con las letras de Joaquín Sabina y la balada nocturna "No estás sola", el mejor rincón del disco en mi opinión. El resto apenas es aprovechable, y la culpa no es solo de la producción, que cae en todos y cada uno de los malos hábitos adquiridos en los años ochenta: uso indebido cuando no abusivo de sintetizadores, baterías electrónicas, el odioso vocoder... es que los temas son ciertamente malos en su mayoría.

Eso sí, hay uno que llama mi atención poderosamente, "Amor por computadora", sorprendentemente profético, pues en una época en la que los más tímidos buscaban el amor en agencias matrimoniales, Miguel ya pensó en la posibilidad de la existencia algún día de Tinder y sitios de esos.

En resumen, un disco al que no le puedo negar el enorme cariño que le tengo, que encierra en sus surcos muchos bonitos recuerdos de mis inicios como melómano y que un servidor escuchaba con auténtica vehemencia, pensando que aquello era el no va más del rock. Pero que entre ustedes y yo, repescado en estos días, creo que es mejor quedarse con esos recuerdos y la nostalgia de saber que aquél niño con sus toneladas de ilusión no volverá, y guardar el vinilo en la estantería.


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