Courtney Barnett - Things take time, take time (2021)

Crítica: Courtney Barrett - Things take time, take time (2021)


… una facilidad natural para aludir a los paisajes cotidianos, a los episodios que de manera rutinaria hacen que se nos agite el corazón o las tripas…

Por Jorge García.


Hay creadores, y esto es aplicable a cualquier disciplina artística, que ofrecen un debut tan determinante que termina resultando un lastre para los trabajos que forzosamente deben dar continuidad a este. La australiana Courtney Barnett parece que está llamada (de momento) a ser una de esas artistas.

Es por ello, o más bien por la falta de justicia que entiendo que suele ocurrir en estos casos, que obviaré la existencia de aquél magnífico debut de 2015 del que ya hablamos en esta casa en su momento (pinchar), y omitiré cualquier comentario comparativo con aquél.

¿Quiere esto decir que me voy a lanzar a una estoica defensa de “Things take time, take time”, título del nuevo cancionero de Barnett?. La respuesta es que no, o al menos no del todo.


Esta negativa a elevar a una altura que sinceramente desearía (por simpatía si quieren) este disco, es por la consideración crítica que este escriba hace del mismo, sin testarlo con otras referencias pretéritas de la misma autora.

Barnett tiene una facilidad natural para aludir a los paisajes cotidianos, a los episodios que de manera rutinaria hacen que se nos agite el corazón o las tripas. Evoca y provoca caídas de ojos, despertares a la esperanza, exaltaciones de euforia y pesimismo, bocanadas de vida y de rendición. Esto no es diferente en “Things take time, take time”.

También sabe atinar en el centro de la diana en cuanto a melodías y rimas, y de esto también hay en “Things take time, take time”. ¿Cuál es el problema entonces para que el disco no me termine de convencer?. Digamos que encuentro dos trabas, a saber: Lo irregular de su setlist, por un lado y un sonido que se excede en percusiones enlatadas, guitarras que presentan rasgados y arpegios en ocasiones inofensivos y un entorno casi dream pop que no me encaja demasiado con la Barnett, por otra parte.

A pesar de estos dos puntos en los que no conecto con este trabajo, no es menos cierto que en el disco hay buenos momentos, algunos incluso excelentes, como ese primer single en el que a un servidor se le aparece agazapado tras los acordes de la guitarra el viejo Neil Young, y que se titula “Rae Street”.


El disco ofrece fogonazos de felicidad estática, eso se nota en la blancura de la voz y en un fraseo ensoñador, casi adolescente; y estos momentos son los más cargados de encanto de todo el trabajo, y a un servidor los que más le atrapan, escúchese “Sunfair sundown” o “Here’s the thing”, donde por cierto me recuerda a la maravillosa Jennifer Castle.

Otros instantes que merecen ser destacados, siempre bajo la humilde opinión de este redactor, son “Take it day by day” con un fugaz latido velvetiano, pero iluminado por una fuerte luz blanca; “If I don’t hear from you tonight” que encaja con la lírica de mis queridos Luna o el bello colofón que se desgrana sobre un piano eléctrico, “Oh the night”.

Otros temas del disco me colocan en una situación un tanto equidistante entre el gozo y el tedio. Coutney Barnett, en cualquier caso, cambia su posicionamiento en este nuevo elepé, se deja llevar por sí misma y su instinto (creo que por su corazón también) y no se aferra a la seguridad del continuismo, y eso me hace seguir siendo optimista con el devenir de esta artista.

Reseña publicada el pasado 27 de noviembre en el Exile SH Magazine.

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