Sonic Youth - Dirty (1992) - Mis discos de los noventa

Crítica: Sonic Youth - Dirty (1992)

...quince cortes, cada uno empapado en diferentes texturas pero consiguiendo que entre todos hagan un todo homogéneo y con sentido...

Por Jorge García.


No parecía descabellado pensar que tras el éxito masivo y multitudinario conseguido por Nirvana y su "Nevermind" en 1991, otras bandas anteriores a lo que se dio a conocer, a rebufo del mentado superventas, como grunge, pudiesen acercar su sonido a los cánones marcados por este nuevo movimiento en busca de no acabar naufragando en la tormenta comercial y mediática que se había organizado en aquél, ya mítico año.

En el caso de los neoyorquinos Sonic Youth, la sospecha de intentar remar a favor de la corriente, podría tener, en parte, más sentido, ya que para su disco de 1992, segundo con Geffen y continuación del exitoso "Goo" (pinchar), contaban precisamente con el productor de "Nevermind", Butch Vig.

Aunque no es menos cierto que pensar en estos términos de los amigos Moore, Ranaldo y Gordon era pecar de inocencia, pues ya hacía tiempo que dejaron de ser unos neófitos en el mundillo y si alguien podía presumir de independencia y capacidad para subirse a su barca y lanzarla al océano en medio de una tempestad, eran ellos.



Tal vez no fue para tanto el ejercicio kamikaze de "Dirty", un disco más accesible que otros, pero desde luego la tentación de seguir por el camino de baldosas amarillas alicatado por el grunge, si es que les asaltó en algún momento, supieron resistirla sobradamente.

Así que continuaron haciendo camino al andar y presentaron otro magnífico disco que contenía muchas de sus habituales soflamas sónicas, su excepcional capacidad para crear ambientes industriales y absorbentes, ese magnetismo que se eleva enredando el ruido de las guitarras con las voces y la percusión con un chirriante noise rock, manteniendo su vocación experimental (de acuerdo, menos que en precedentes ocasiones) y un cierto lirismo caustico.

Con una duración que se acerca a la hora, y quince partes, cada una empapada en diferentes texturas pero consiguiendo que entre todas hagan un todo homogéneo y con sentido, "Dirty" es un disco de canciones más que un concepto único que busca un efecto bloque. Y como tal, cada tema es una parada en el camino trazado desde la cabina de producción y germinado en los instates íntimos de composición.

El disco escondía algunas piezas que estaban destinadas al consumo popular como "100%" o "Sugar Kane" que oficiaron de singles y pasearon sus videoclips por los conductos catódicos de la época, como la super-poderosa MTV.

Pero, a poco que uno naufrague por los surcos de "Dirty" se encontrará con momentos de acción anárquica en ruidos y guitarras como "Swimsuit Issue"; inquietantes baladas como "Theresa's Sound-world" o infecciosas píldoras de introvertido rock con Kim como protagonista en "Drunken butterfly".

También hay instantes acariciados por el pop y la psicodelia como "Shoot" de nuevo con la Gordon; piezas de rock más simbiótico como mi favorita del lote, "Wish Fulfillment" donde el protagonismo corre a cargo de Thurston Moore o la cruda "Orange Rolls, Angel's Spit" con una flemática y desquiciada Kim Gordon.

Llegados aquí no podrán parar hasta el final, se olvidarán de Nirvana y del grunge y sentirán como Sonic Youth se reiteraba en aquel alevoso 1992 como banda autosuficiente y soberana de su naturaleza creadora, aunque este tenga fama (no sin razón) de ser su disco más "comercial". En cualquier caso, se trata de otro gran elepé de Sonic Youth y sin duda otro de mis discos de los noventa.

Comentarios

  1. O como hacer un disco más accesible sin perder ninguna de tus características. Estupenda reseña, Jorge.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario