The Long Ryders - 'State of our union' (1985)

Crítica: The Long Ryders - 'State f our union' (1985)

...mantiene credenciales y evidencias americanas que hacen que la propuesta de la banda siga siendo coherente con su personalidad, ganando en cierto sentido en amplitud y matices.

Por Jorge García.


El segundo disco largo de la banda californiana The Long Ryders fue grabado en Chipping Norton Studios, en Oxfordshire (Inglaterra) y publicado en U.K. tras fichar los de Sid Griffin por el sello británico Island Records.

El disco, a pesar de no ser editado en USA, sí que consiguió una importante repercusión allí gracias a las emisoras universitarias y alternativas, especialmente en la costa oeste.

Lo cierto es que en Inglaterra el álbum no fue mal del todo desde el punto de vista comercial, especialmente gracias al explosivo single "Looking for Lewis and Clark" que consiguió colarse en puestos honrosos dentro de las listas de éxitos británicas.

Otra cosa fue la recepción que por parte de la crítica obtuvo "State of our union", que es como se titula esta segunda intentona en formato largo. La crítica menospreció la valía del disco y no dio opción al elepé en prácticamente ninguna de las reseñas aparecidas en la prensa especializada, llegando a utilizar frases tan categóricas como: "Hay diez cosas mal en este disco, y son las diez canciones" (este se conoce que sabía escribir pero no contar, o simplemente no había escuchado el disco).

El paso del tiempo suele ser un buen diagnosticador de entuertos, y entiendo que la prensa inglesa ha tenido, con el paso de las décadas, que desfacer más de uno en lo referente a "State of our union". 

De todas las formaciones pertenecientes al Paisley Underground (o nuevo rock americano, como fue bautizado por aquí) The Long Ryders son los más adheridos a la música de raíz americana, sin abrazar el carácter vintage/renovador de Stray Cats con referencia al rockabilly y sin la vocación experimental de Steve Wynn al frente de sus Dream Syndicate, ellos supieron encontrar su hueco y hacer historia desde su rincón.

La propuesta de la banda angelina se impregna de country y de rock salpicado con el aire de poniente. En gran medida son los precursores del country alternativo, siguiendo los dictados de Gram Parsons, Flying Burrito Brothers, Merle Haggard o Gene Clark; aunque en ningún caso pueden ser calificados como una banda que practica un simple y banal revival.

El disco que hoy nos ocupa no tiene el arraigo americana del precedente "Native sons". Tal vez el hecho de encargar la producción a un británico como Will Birch pueda ser un elemento explicativo de esta deriva hacia otros géneros menos enraizados, no obstante mantiene credenciales y evidencias americanas que hacen que la propuesta de la banda siga siendo coherente con su personalidad, ganando en cierto sentido en amplitud y matices.

Además nos encontramos con un buen número de magníficas composiciones, que cuentan con la expresiva vocalidad de Griffin y unas radiantes guitarras, aguerridos soportes rítmicos y cohesión sónica, un gran disco que a un servidor le gusta tanto (o más) que el debut mentado más arriba.

Valgan como botón de muestra que justifiquen mis palabras, cortes como "Lights of downtown", "WDIA", "Mason-Dixon line", "Here comes that train again", "God times tomorrow, bad times today" o "State of my union", sin desmerecer el resto.

Sirva esta reseña para homenajear a Tom Stevens, bajista de la formación, recientemente fallecido de forma imprevista y obviamente trágica, desde aquí mi agradecimiento y eterna consideración.

Comentarios

  1. Muy buen texto, Jorge. De acuerdo con tus apreciaciones, a mí también me gusta mucho el disco.

    Abrazos.

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  2. Fenomenal texto, fenomenal homenaje a Tom Stevens. Abrazos.

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    Respuestas
    1. La verdad es que en su última visita a Bilbao su aportación fue lo que más se me quedó grabado en la memoria, una pérdida más.
      Abrazos.

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