Apegados estilísticamente al power-pop, pero también al grunge o al rock de distorsiones más general... |
Poco a poco vamos desgranando los discos que más me gustan de este año, y lo voy haciendo también en esta casa. Juanjo Mestre hace varias semanas que nos hablaba en el Exile de "Never not here", cuarto disco del terceto neoyorquino Dead Stars, hoy vamos a pasear las bondades de este catálogo también por aquí.
Para alguien con querencia a las guitarras fibrosas y las melodías con garra, no es de extrañar que sienta instantánea atracción por un disco como "Never not here", donde aparecen estas características en cantidad y calidad.
Apegados estilísticamente al power-pop, pero también al grunge o al rock de distorsiones más general, no resulta difícil recordar referencias como The Replacements, Nirvana o incluso los Foo Fighters de los primeros tiempos, cuando escuchamos estas canciones.
Canciones con fuerza y naturaleza noventera, vocalidad que aunque alejada de los susurros no llega a alcanzar intensidades de excesiva furia, lo que la coloca dentro de un espectro que sobrepasa el pop melódico de guitarras sin introducir el pie en sonoridades hard-rock, melodías redondas que alcanzan su cima en estribillos de gran pegada y acento apoteósico.
Sin salirse de estas premisas, los de Brooklyn nos ofrecen una docena de píldoras energizantes en forma de canciones que forman un equilibrado y cohesionado cancionero que sin duda gustará a los amantes de las fórmulas sonoras señaladas.
Y de la misma manera que el movimiento se demuestra andando, los buenos discos se demuestran con la calidad de sus canciones. Aquí hay unas cuantas que dan coartada al redactor para afirmar que estamos ante un estupendo disco, escuchen pelotazos guitarreros de excitantes estribillos como "Dreams don't come true", "Hold my breath", "Cool summer", "Every someday", "February ghost", "Wake up", "Story of your life", "Drone on", Would it be so bad" o "Missing things"... creanme que todas ellas son estupendas y altamente vitamínicas.
También nos encontramos con temas más calmos, aunque sinceramente un servidor prefiere de largo las anteriormente mentadas, aunque no desmerecen las menos eléctricas "Always down" y "Starve".
Un disco que parece teletransportado desde cualquier verano de la década de los noventa, de donde parece que llega la esencia e inspiración que han conformado su morfología sónica, pero que en 2020 suena como un tiro, y que se ha convertido en uno de los discos de este verano para el que suscribe.
Se recomienda visitar la reseña que sobre este mismo trabajo publicó Juanjo Mestre en el Exile SH Magazine.
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