Es por lo tanto "Baladas de plata" un disco que abre el objetivo y abarca un paisaje más amplio y variado que "Dadá..." |
Por Jorge García.
Me parece importante hacer, o intentarlo al menos, un ejercicio de rigor a la hora de hablar de "Baladas de plata", el nuevo disco de Chencho Fernández, que llega más de cinco años después del excepcional "Dadá estuvo aqui".
Mi primera intención a la hora de analizar este nuevo trabajo, era hacerlo sin tener en cuenta la existencia del precedente. Pero la verdad es que aunque no sea del todo justo, no veo la forma de hacerlo.
"Dadá estuvo aquí" es uno de esos discos que marcan, que crean adicción y al escucharlos sientes que no habías experimentado con anterioridad las emociones que emanan de sus surcos. Esto no es algo habitual en estos días, y menos con la edad que un servidor acarrea.
Era por lo tanto un marrón de mucho cuidado para el artista presentar una continuación a aquél fenómeno, pues no solo no es fácil provocar de nuevo esos sentires en los oyentes, sino que además la vaca estaba toreada, y difícilmente iban a pillar de sorpresa a nadie las nuevas canciones. En definitiva: que ahora no existía el efecto sorpresa que sin duda fue determinante en el caso de "Dadá...".
Esta reflexión es la que me impulsaba a no tener en cuenta el catálogo de 2014 para no hacer injustas, y seguramente pueriles, comparaciones que es posible que no tuvieran demasiado fuste, una vez analizadas las distintas circunstancias que se dan en el entorno de ambas publicaciones.
Pero por otra parte, existe una solución de continuidad en este nuevo disco con respecto al precedente, y creo que es de recibo analizarla. Igual que es preceptivo indicar que esta vocación continuísta es mucho menor de lo que cabría esperar, cosa que además de valiente desde el punto de vista artístico, creo que también es inteligente.
Chencho es la misma persona que era entonces, esto es una perogrullada, pero viene a colación de que esta evidencia es la responsable del factor de continuidad que se da en "Baladas de plata".
Si hace unos años detectábamos a un artista apegado al rock underground y nocturno que nos dejaba meciéndonos en los brazos de Burning, Lou Reed, VU o Tom Waits, con una literatura que encontraba su punto central en la bifurcación de lo castizo con lo canalla, de lo local con lo anglosajón, de lo onírico con lo real, de lo urbano con lo rural... siempre con la lágrima y la sangre asomándose al abismo abierto por la herida, por el lagrimal excitado; ahora estas pautas se emancipan en un parlamento denso aunque de menor intensidad dramática, buscando una mayor paleta de contenidos, y no hablo únicamente de los textos, esta mayor colección de texturas se da también en lo referente a sonidos, estilos e influencias.
Es por lo tanto "Baladas de plata" un disco que abre el objetivo y abarca un paisaje más amplio y variado que "Dadá...". ¿Es esto un éxito?, desde luego demuestra una actitud intrépida, y también audaz.
Por lo tanto, es claro que las características comentadas más arriba continúan, pero con decisivas variaciones y evoluciones.
Fijémonos en ejemplos plausibles: en "La fosa de las Marianas", que pudimos escuchar abriendo el concierto de Bilbao de hace ya más de tres años, y que suena rockera, al más puro estilo Burning, en la que fue primer el adelanto del disco hace unos meses, "En boga", un tema directamente heredero de la estética propia de "Dadá..."; "La canción de Nadia", donde se experimenta una fusión de lo anterior y lo nuevo, pero perfumado por un bello relato y una exquisita melodía; también hay algo de ambas coordenadas en la magnífica "Como se odian los amantes" y en la radiante "Calle imagen", donde vuelve la lírica del pasado. Recupera de un disco grabado hace varios años con su banda de entonces, Las muñecas de la calle Feria (pinchar), la magnífica y nostálgica "Suicidio en Hollywood" que abre la puerta a la reflexiva y sombría, pesarosa y polvorienta "La noche americana", que da sublime carpetazo al disco.
En 2014 ya tuvimos un brillante acercamiento a la chanson française con "La garçonne", tiene en 2020 su continuación con la evidente "Te quiero sin querer", donde oficia de crooner a lo Gainsbourg, mientras en la mediterránea "Mi pequeña muerte en ti" evoca a un Julio Iglesias seminal y todavía auténtico; como un elegante y seductor crooner de cabaret se muestra en "Salvador en la plaza del pan".
Dejo para el final la bella "Un hit", una onírica maravilla en miniatura, donde la silueta melódica, la entrega sónica y una vaporosa vocalidad hacen de la pieza un momento delicioso y emocionante.
Creo que no puedo terminar esta reseña sin hacer alusión a la portentosa producción de Jordi Gil, que entiendo que ha conseguido recubrir a cada segundo del disco del envoltorio sónico, estilístico y emotivo que necesitaba, y es por ello que desde el primer giro del CD podemos apreciar la cualidad de continuidad y renovación a la que aludía y que hace imposible hablar de "Baladas de plata" sin mantener una conexión casi umbilical con "Dadá estuvo aquí", donde cada uno muestra las dos caras de una misma moneda, que es el autor e interprete que obviamente repite en ambos casos, y que se llama Chencho Fernández.
Se recomienda visitar la reseña sobre este mismo trabajo publicada por Juanjo Mestre para el Exile SH Magazine pinchando AQUÍ.
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