Santi Campos & Herederos - "La Alegría" Vol. 2 (2019)



 A veces un disco consigue extrapolar su contenido más allá de lo puramente musical, y se introduce en las terminaciones nerviosas del oyente...

Por Jorge García.


A unas horas de la presentación oficial en vivo de "La Alegría" en Bilbao, dejamos en negro sobre blanco la opinión, ya revelada hace semanas en el Exile, que me merece la segunda parte de "La Alegría" de Santi Campos.

No siempre ocurre, pero esta vez sí. Me refiero a las cosquillas en las yemas de los dedos, a la inquietud en las tripas, a la excitación de la epidermis... todo ello provocado por las ganas, casi ansias, de escribir sobre algo. En este caso, estaba deseando continuar con la reseña de "La Alegría", el extraordinario proyecto de Santi Campos & Herederos.

Debo decir que desde que escribí la semana pasada la reseña correspondiente al primer volumen de "La Alegría", éste ha experimentado una dilatación exponencial en cuanto a interés y emoción, por lo cual los parabienes que pretendí expresar entonces (pinchar) no se han resultado exagerados sino todo lo contrario.

En este segundo disco nos encontramos con otros dos capítulos de cinco canciones cada uno, una cara por episodio en el formato vinilo, que son una continuación -incluso cronológica- de lo disfrutado en el primer volumen.


Con "polizones", que es como se titula el tercer acto de "La Alegría", Santi nos habla del amor y el afecto, también del amor no correspondido y del desamor, de la turbulencia que trae asociado muchas veces y de las dudas que despierta, siento que es el capítulo más lírico.

"Vino y diazepam" es un portento cargado de melancolía, emoción y también esperanza, nostalgia saldada con luz al final del túnel, recuerdos y fatalidades derrotadas por los buenos días pasados y destinados a volver, un gran momento del trabajo.

"Adosados" es reptante, con unas guitarras quejumbrosas y ciertas dosis de sentido del humor.
"Dos mujeres", otro lugar preferente del disco. Una preciosa canción, salpicada de pellizcos eléctricos en las guitarras y un texto que alude al desamor, a las dudas y a la necesidad de caricias, a pesar de todo.

"Pasajeros", dice mi amigo Gonzalo Aróstegui Lasarte en su reseña de Ragged Glory que este tema suena a The Allman Brothers y lleva razón, esas guitarras que abren el tema suenan a años setenta, a Betts, a "Idlewild south", un trabajo de Herederos magnífico.

"Casa de arena y niebla", preciosa balada con soporte de piano, el amor en la intimidad, en el día a día, en el refugio, en la casa, en el equilibrio entre debilidad y fuerza.


"Casi un milagro" es el título del cuarto acto de esta excelsa obra: el milagro de la vida, del crecimiento y de envejecer. La alquimia de soportar el paso de los años y la aventura de hacer notar nuestra presencia egregia en cada momento.

"Afrancesado", otro favorito personal, una chanson con aire de cabaret, instrumentación colorista a base de clavicordios o clarinetes, la historia de alguien que cualquier romántico querríamos ser.
"Espejos", los espejos son una especie de lienzos, como aquél que mató a Dorian Grey, no sé si cambiar el espejo viejo por uno nuevo es la solución a los impactos del tiempo sobre nosotros, Santi cree que no, y yo coincido con él.

"Cobarde", no creo que en esta especie de flamenco pop con ínfulas latinas se quiera insinuar que la cobardía esta relacionada con la vejez, un texto incisivo y creo que muy real: las dudas, la huida...
"Casi un milagro", Santi nos plantea una serie de preguntas y la consecuencia que pueden tener sus posibles respuestas sobre nosotros. El paso del tiempo, el entorno y seguir erguido es todo un logro, casi un milagro: vivir sin que te duela.

"La Alegría" es el colofón y razón de la existencia de todo el proyecto, el todo sobre el que nos han ido esparciendo partes, la búsqueda casi metafísica que comenzó en la niñez, con "Cartas" y que tras bucear por el cauce de las arterias y patear vísceras y remover recuerdos, sólo nos queda aferrarnos a la existencia objetiva de La Alegría.


A veces un disco consigue extrapolar su contenido más allá de lo puramente musical, y se introduce en las terminaciones nerviosas del oyente, en sus pensamientos nocturnos y comienza a dibujar un lienzo que conforme se va escuchando toma forma, convirtiéndose en algo personal, por lo cual sientes que el autor te ha hecho partícipe de algo sobre lo que no sueles tener dominio. Esto me está pasando con "La Alegría", un disco que se está convirtiendo en algo más que música, y que ya es un favorito personal.

Reseña publicada el pasado 09 de julio en el Exile SH Magazine.

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