Parece que mis pies son cada vez más pesados, o el suelo más blando, ¡¡¡vaya usted a saber!!!. El caso es que el camino se vuelve cenagoso, las zancadas de antaño se me antojan imposibles y hoy me conformo con no perder rueda con el tiempo que me ha tocado vivir, si consigo que los guarismos del calendario coincidan (más o menos) con el ímpetu de mi espíritu, el ritmo de mis latidos y que siga con las mismas (o parecidas) ganas de seguir oteando el horizonte, me daré por satisfecho. Intentaré que la nostalgia sea administrada con prudencia y siempre como ejercicio de respeto por lo que fue y los que estuvieron, sin pretender imponer como eternos los paisajes que mi traidora memoria se empeña en insinuar.
Cuando se llega a una edad en la que se empieza a preguntar uno por el tiempo que puede quedarnos, es que algo no se ha hecho bien, demasiadas cosas en el tintero y demasiadas cuestiones dejadas para un poco más adelante. Haber repetido demasiadas veces que ahora no es el momento adecuado, únicamente alude a una cobardía nunca enfrentada y que ahora, con el pulso menos firme, parece que ha alcanzado una envergadura que la hace inabordable, o tal vez vuelvo una vez más con la dichosa retahíla: ahora no es el momento adecuado.
Los errores que sabes que lo son desde su nacimiento (o incluso antes) se han ido haciendo sitio en tu interior a golpe de mordiscos en la piel, y el pinchazo es cada vez más agudo, y mucho me temo que la inoperancia no ha hecho sino alimentar la codicia de una conciencia mezquina que se empeña en adueñarse de los sueños, de las noches de insomnio y de los momentos de soledad, esa amante cada vez más temida.
Vivir no es fácil, requiere voluntad firme y carácter de titán; pasar por la vida es más llevadero, pero al final no es vivir.
No me gusta cumplir años, y seguramente eso no sea una buena señal; y no hable demasiado bien del curriculu que voy engrandando: lleno de aventuras con más atrezzo que pasión, más planta que corazón, más pose que emoción.
Hacer cuentas no es lo mío, ni me excitan los números ni veo poesía en la aritmética, soy de letras; pero las cuentas cada vez están más presentes en mis pensamientos inconfesables, y las cifras me hacen temblar, yo que siempre fui desdeñoso con ellas.
Menos mal que el mundo está lleno de personas que me impulsan con su presencia, con su luz, con su cariño y sus detalles; menos mal que el aliento que a veces me falta entra en mis pulmones insuflado por la bravura de unos besos que a veces pienso que no merezco, menos mal que está la gente para darme eso de lo que por desgracia siempre he carecido, y sobre lo que pienso mucho últimamente (culpa de Santi Campos): alegria.
Felicidades. Me gusta cumplir años ya que supone haber vivido experiencias y la promesa de mas. Si son malas se aprende lo cual es bueno y si son buenaa se recuerdan no hay nada mejor que.cumplir años. Felicidades de nuevo
ResponderEliminarZorionak Addi!!!
ResponderEliminarDéjate de rollos y vive, muchacho. La vida se compone de claros y oscuros y nadie, absolutamente nadie, escapa a ellos. Pero eso es inherente a la propia vida. Eres un tipo 10 así que arriba tú y feliz cumple!!!
hola Witt... tranquilo, uno no festeja el cumpleaños... ese es un error producto de la manipulación del consumismo... jajajaja, todo es muy sencillo: no se celebra un cumpleaños, lo que festejamos cada año es el gusto de que la persona haya nacido... así que yo me congratulo de que hayas nacido pa poder leerte en tu blog... si otros quiere celebrar la falsedad del cumpleaños, que en realidad es un recordatorio de que cada 12 están más viejo, allá ellos... un abrazo desde mexico...
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