Hoy la luz es más tenue. También podría ser que mis ojos han perdido agudeza con el paso de los años. Pero no, es la luz, que parece oscurecerse y pretender que con su deserción vuelvan las tinieblas.
Vuelvo a casa tras el trabajo, en el coche, entre el tráfico goteante del viernes por la noche una tertulia en la radio va haciendo un índice con las noticias del día.
Cierro la boca de la presentadora incrustando en la disquetera un CD de los Jacobites. Si me tiene que cubrir la niebla, que al menos venga susurrando poesía y que la perdición que se intuye tenga prendida de la solapa un broche de romanticismo.
¿Qué hemos hecho mal?, o ¿por qué sabiendo que lo hacemos mal nos dejamos llevar?. No quiero pensar que la respuesta es mezquina, que el miedo es el responsable de buscar en las sombras ese trozo de tierra que utiliza la avestruz para esconder la cabeza. Que el corazón carece de los intereses que si tiene la cartera y por eso lo refugiamos en peroratas que no buscan sino tranquilizarlo, para así, narcotizar nuestros pánicos. O tal vez lo que hacemos en vendarle los ojos, para que no vea nuestras iniquidades, nuestras traiciones a lo sagrado, y sin darnos cuenta perdemos la fe y descendemos al abismo del odio justificado por el temor, sucumbimos al desprecio convencidos de que la seguridad está en cualquier estado que nos mantenga lejos de lo que nos es ajeno.
Escucho y leo a diario cómo se justifica el desprecio a quienes no aman como la mayoría, ¿desde cuando la mayoría es sinónimo de acierto, de veracidad, de normalidad?. Un desalmado pide hoy que no se rescaten más barcos perdidos en el Mediterráneo que porten seres humanos de los que no traen un pan debajo del brazo. Otro bloquea una moción en el senado que busca la igualdad, la aceptación, la pluralidad, la justicia, ¿cuándo perdimos la visión de los ojos de la niñez, que no distingue prejuicios?.
En Madrid unos gendarmes desahucian de sus casas a familias indefensas, los que se supone que deben velar nuestros sueños, alejando con sus esfuerzos las pesadillas de nuestras noches, venden nuestras vidas a fondos buitres a cambio de una puerta giratoria, una prebenda, una comisión. Dinero negro para rellenar el cepillo de la misa que oficiarán aquellos que nunca hablan a su parroquia de las injusticias que afectan a los que están fuera de su entorno de aceptación (interesada). Monedas con las que comprar más Judas que pongan en la picota a los justos, mientras sordos como tapias miran hacia el monte, esperando un milagro lucrativo y dejando a sus espaldas el colegio de los Salesianos de Deusto, e ignorando a sus últimas víctimas, que queman sus gargantas gritando su historia ya conocida, cuando su niñez fue pasada por la lascivia dantesca y pecaminosa de un fraile. Éstos pecados parecen no importar a los que cubren sus vergüenzas con la bandera propiciatoria.
Se re-escribe la historia para hacernos pasar por el ojo de una aguja, la aguja con la que tejen los terratenientes sus mantos dorados, nosotros somos el hilo que trajina la seda y el paño que luego lucirán en las procesiones de Semana Santa, en los toros o endomingados alrededor de una paella, ¿para qué más?.
Y con la nueva versión del bien y del mal rondando las terminaciones nerviosas, donde el nace el temor, el que había olvidado que perder no es una opción recupera sensaciones y vuelve a inclinarse ante el señorito, ante el cura y ante el profesor que viene con la vara de avellano oculta a su espalda, la letra con sangre entra, repetirá ufano de sí mismo.
¿Y qué nos queda?: ¿dejar que el temporal desgaste los colores de las banderas del orgullo?, tendidas al sol de la libertad. ¿Permitir que los sedimentos se acumulen en las cunetas dejando más sumidos en la humillación a los pobres muertos?, porque se lo merecían, perdieron la guerra. ¿Observar el desfile de la desaparición de lo conseguido a ritmo de trompetas apocalípticas?, ¡quien nos mandó apartarnos del camino!.
Hoy la luz es más tenue, porque el hombre vuelve a teñir de odio y prejuicios los corazones cobardes, y no solo se ve con los ojos.
Creo que me quedaré un rato con los Jacobites, no tengo sueño...
Lástima de la demagogia de pijo-progre porque escribes de maravilla.
ResponderEliminarSalud!
Lo de progre te lo paso, lo de pijo no, soy un currante. Gracias de todos modos.
Eliminar¿Qué hemos hecho mal? ... Pues mucho, sino no estariamos donde estamos
ResponderEliminarEfectivamente... Mucho hemos tenido que hacer mal para haber llegado a esta situación tan triste.
EliminarTodo en la Historia es cíclico, el crear y destruir va con el ser humano.
ResponderEliminarTu exposición genial, como siempre.
Muxu!
Pues me alegro de que te haya gustado. El mundo es tan complicado, y nosotros aún más.
EliminarMuxus!