Ya tocaba un disco en castellano en esta sección de mis discos de los noventa. Seguimos además seleccionando elepés que en su día no alcanzaron la repercusión que merecían. Alguno dirá que 091 es un grupo importante y conocido, digamos que lo primero es incuestionable, lo segundo es más o menos cierto desde hace un par de años y gracias al extraordinario e imprevisible éxito que cosechó aquella "maniobra de resurrección" que muchos vivimos con pasión y profusión.
Pero lo cierto es que "Tormentas imaginarias", que es el disco del que vamos a hablar hoy, no consiguió en 1993 el éxito que lo que albergaba en su interior hubiese hecho normal y lógico.
Tampoco debe extrañar a nadie, pues ningún disco de los Cero consiguió un éxito de ventas y popularidad importante, a pesar de las buenas críticas que siempre recogieron por parte de la prensa especializada y de tener en cada actuación un grupo de fanáticos incondicionales de cierta enjundia coreando sus baladas e himnos. Porque 091 hacía baladas sentidas y líricas, pero sobre todo los de Lapido nos dejaron himnos, que nadie se haga líos, de esos que se pueden corear a voz en grito gracias a inflamables estribillos, que hacen cabecear al respetable al son de los riffs fibrosos característicos de su sonido y que encienden pasiones con sus afilados y curvilíneos textos.
Y creo que en ningún otro disco de los granadinos nos encontramos ésto, baladas e himnos, en cantidad y calidad tan profusa como aquí.
Cuando un disco empieza con tres trallazos como "La calle del viento", "Zapatos de piel de caimán" y "Huellas" está poniendo la cosa muy difícil al resto del tracklist; pues estamos hablando de tres coplas absolutamente pletóricas, explosivas y dotadas de una melodía pegadiza y unos estribillos demoledores, lo dicho, himnos.
Hay hueco para temas más calmos como "Todo comienza a girar", "El fantasma de la soledad", la maravillosa "Un cielo color vino" y por supuesto la mágica "Tormentas imaginarias".
Pero lo que prevalecen son los temas con carácter de directo, con vocación de mostrarse ante las multitudes enfervorecidas: "Sin raíces", "Otros como yo", "Para impresionarte", "Mi sombra y yo" e incluso no faltan temas rockeros que se acomodan en la lija sónica que mira al punk como una favorita personal, "Cayendo" o la histérica "Es solo una señal". Termina el disco con las armonias de "Es hora de enloquecer".
Tal vez el disco más completo y redondo de la banda, donde alcanzan el equilibrio total y nos dejan un buen número de temas míticos, de esos con los que los fans podemos desgañitarnos en los conciertos, o incluso en nuestras casas ante el equipo.
Y en glorioso castellano, otro de mis discos de los noventa.
Para mí también el mejor disco de 091. Aún sabiendo prácticamente todas las letras de memoria, vuelvo a este disco una y otra vez, porque la música es impresionante, pero las letras están a la altura
ResponderEliminarSaludos y gracias
Si, es mi favorito también por todo, por las canciones, el sonido y los textos. Difícil resistirse a esos estribillos y baladas.
EliminarGracias.
Un saludo.
Uno de los discos de mi vida. Un trallazo de rockanrol patrio como no ha habido otro. La voz de Jose Antonio esta mejor que nunca y las composiciones son acertadisimas incluso en las canciones mas lentas. Huellas es tan jodidamente enorme ... no sabiamos los granaínos lo que teniamos en casa en aquellos años en los que les veiamos en las fiestas de cualquier pueblo de la provincia delante de 200 paisanos ...
ResponderEliminarGranada es una cantera de rockeros de auténtica excepción, algo mágico tenéis allí. Coincido con "Huellas", uno de mis temas favoritos de la banda, con una letra brutal. Y si, Pitos está vocalmente titánico.
EliminarGracias.
Saludos.