John Prine es un superviviente, del arte y de la vida; y un luchador también: de la justicia, la libertad y ante las adversidades. Con más de cuarenta y cinco años de carrera, y después de superar un cáncer en 1998 que dañó su voz y la oscureció, aunque desde luego no la apagó, no tiene nada que demostrar.
Pero alguien con este carácter no es fácil que se muestre demasiado tiempo en actitud de mero observador silencioso, y tras algún disco de versiones y colaboraciones como "For better, or worse" (2016) en el que une su voz a diversas féminas del mundillo country como Alison Krauss o Susan Tedeschi entre otras, con las que interpreta diversos covers, o el emotivo "Standards songs for average people" (2007) en el que interpreta algunos títulos clásicos junto al entonces octogenario Mac Wiseman, reaparece en este 2018 con un álbum repleto de nuevas canciones.
Bajo el título "The tree of forgiveness", Prine nos ofrece un disco que, como era de esperar y desear, se enmarca dentro de la ortodoxia del género del que ha sido protagonista, el country folk.
Lírica inconfundible, enraizada, de cimientos acústicos y ese espíritu que recuerda a viejos moradores del crepúsculo como Townes Van Zandt o a Jerry Jeff Walker entre muchas otras deidades.
No estuvo sólo a la hora de componer estas canciones, y contó con la colaboración en esta labor de Pat McLaughlin, Dan Auerbach, Keith Sykes, Roger Cook o incluso Phil Spector.
También se ha hecho acompañar de algunos amigos a la hora de registrar estas canciones en el estudio: junto a Amanda Shires y Jason Isbell interpreta la plácida y soleada "God only knows" que gestó junto a Phil Spector en la década de los setenta.
Junto a Brandi Carlile nos ofrece la breve y dulce "I have met my love today". Pero todo el disco es un recorrido por caminos de arena, solsticios de verano, semblanzas al amor y sacudidas de nostalgia alegre que repasa una vida desde la perspectiva del docto anciano que sabe más por viejo que por sabio (que también).
Por eso hay que entender el disco como un todo, donde cada canción tiene su sitio, su lugar y su momento, nada sobra, y nada se echa de menos.
"Crazy bone" bello poema empapado de camino y horizonte, "Summer end" con la poética del final del verano como inicio de otras cosas, "Caravan of fools" de tono fronterizo y reflexivo, la copla empecinada de paz "The lonesome friends of science", la espaciosa luminosidad de la estupenda "No ordinary blue", la romántica y acariciadora "Boundless love", la ortodoxa cadencia country de la que abre el trabajo "Knocking on your screen door" o la optimista y alegre afrenta ante la eternidad que significa "When I get to heaven" y que finiquita el trabajo.
Tengo que insistir en el término acuñado por my friend Joserra, la arruga es bella, pues se muestra como verdad flagrante en este disco; y en este caso además es el rastro que en el rostro azotado por la vida de John Prine ha dejado la sabiduría, y como decíamos al principio la supervivencia y la lucha.
He retomado la senda de Prine después de leer un artículo suyo creo en el Ruta de hace un par de meses. Me alegro mucho de encontrar aquí a dos referencias muy queridas de esta casa, Townes Van Zandt y Jerry Jeff Walker, dos hitos del sonido country-folk tejano. Después de tu entrada ya será cuestión de recuperar a este gran artista.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Un disco estupendo, sin sorpresas por supuesto, pero con muy buenas canciones y esa lírica de los artistas como Prine, creo que te gustará.
EliminarAbrazos.
Un disco con un cierto tono crepuscular y a la vez optimista, canciones agradables y que se pegan rápidamente. Escuchando a Prine se minimiza lo trágico de esta vida. Saludos
ResponderEliminarUn canto a la vida maravilloso. Ni por asomo me esperaba algo así. Abrazos, mysuperfriend.
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