En 1987 el alemán Wim Wenders filmó "El cielo sobre Berlín". Una película que a pesar de la controversia que despertó -gran parte de la crítica la puso a parir- un servidor siempre ha defendido, y tras volver a verla recientemente, continuará defendiendo.
Se trata de una quimera fantástica, irreal pero noble; una poética reflexión en clave de utopía sobre el ser humano, sus debilidades y fortalezas, su condición y sobre su naturaleza, la pureza de la misma y como esta se va difuminando según pasan los años y la niñez queda atrás. Pero además es una cinta bella para ver, para contemplar y con un tono de triste realidad dentro de un entramado totalmente ficticio.
En el cielo del Berlín de la postguerra, con la ciudad dividida por el muro de la vergüenza, dos ángeles observan la ciudad y a la gente con la intención de ayudarles en momentos de amargura y desfallecimiento. Pronto descubren que sólo los niños y los puros de corazón pueden verles, y ellos se encuentran incapaces de interactuar con la gente y no pueden ayudarles, realmente pasan desapercibidos ente el gentío.
Uno de ellos, Damiel (Bruno Ganz), se muestra más dispuesto a levar a buen puerto su cometido, e incluso termina enamorándose de una mujer, una trapecista, que también vuela aunque sin alas, llamada Marion.
Escenarios que ya no existen, la orografía de mi querida Berlín, y una atmósfera de amarga melancolía tiñen de blanco y de negro esta maravillosa película.
Nos quedamos con Marion volando en su trapecio...
¡Feliz semana!
Maravillosa. El Wenders màs poético.
ResponderEliminarAbrszos.
A mi me encanta esta película.
EliminarAbrazos.