Juan Aguilar - El blues del arrabal (2018)


La No búsqueda de la gloria puede resultar en ocasiones tan emotiva y solemne como la búsqueda de la siempre esquiva verdad irrefutable que todo artista sueña con encontrar.
Por Jorge García.


En más de una ocasión he comentado que los que juntamos letras para hablar de música, muchas veces nos enrolamos en barcos sinuosos que buscan El Dorado musical, el Santo Grial sónico, la Tierra Prometida de la inspiración y evolución musical; las más de las veces regresamos de la travesía con una incómoda sensación de frustración.

Muchas veces, este afán por volver a sentir la piel estremecerse ante una colección de canciones que han de cambiar nuestro mundo, - cosa que difícilmente ocurrirá de nuevo a partir de cierta edad -, nos hace pasar de largo, sin reparar en aquellos que confeccionan canciones con lo que tienen al alcance de la mano, de la vista, y utilizando aquello que ha herido de muerte o de vida sus corazones, y que no necesitan surcar remotos mares en busca de aventuras que seguramente serán más trascendentes pero mucho menos emocionantes que lo que les rodea e inspira a cantar, escribir y componer.

La No búsqueda de la gloria puede resultar en ocasiones tan emotiva y solemne como la búsqueda de la siempre esquiva verdad irrefutable que todo artista sueña con encontrar.

Juan Aguilar es un tipo que ha encontrado su Santo Grial en su entorno vital, fijando su horizonte donde le alcanza en último término la vista, haciendo protagonista de sus canciones a lo que le es cercano, cotidiano: su barrio, su gente, su ayer, su hoy, su mañana, él mismo y claro, su chica... ¿qué más se puede pedir?, ¿cantar a los anhelos y a los sueños que se quieren alcanzar, para compartir con quien se quiere es cosa baladí?; ¿Introducir en una canción el día a día, a golpe de ilusión o de sentido del humor, es algo poco importante?; seguramente los sabios de verdad dirán que no, igual Juan Aguilar es un sabio de los de verdad.


El caso es que Juan ha publicado recientemente un disco, después de años con la guitarra a cuestas se trata de su primera aventura discográfica, en el que se exprime todo ese mundo propio, y que ha titulado significativamente: "El blues del arrabal".

Partiendo de la base de que El arrabal es su entorno, su hogar, su universo, el que le ha tocado en suerte, como con cierto sentido del humor describe en el tema homónimo que abre el disco.

Le acompañan en la aventura Los Influencers, es decir: David de la Plaza (teclas, bajo, coros), Chus Ganzedo (batería), Pacheli Lanzas (steel guitar) y Rafa Chail y Marina Pérez (coros).

Comentaba el domingo la relación que de modo instintivo encontré tras la primera escucha del elepé con el rock de Moris, pero es evidente que Mermelada e incluso Burning pueden ser desenterrados del sonido y esencia de "El blues del arrabal".

La cotidianidad se respira en "Soledad", donde se le hace homenaje a uno de los estados más inspiradores desde el punto artístico; y esa trampa que es el anterior título encuentra solución en la bonita copla "Especial" dedicada a quien habrá de hacer explosionar esa supuesta soledad, para alegría del autor.

Pero además los riffs rugen en el rock de esencia blues y entorno Stone "Un poco más", en cambio la guitarra llora en la melancólica "Después de decir adiós", y las bandas patrias antes referidas asoman entre el tejido de la estupenda "Estrella residente".

Más oscura y densa "Quédate" es uno de los lugares favoritos del disco para un servidor, y en "Espejismo" creo rememorar a los Secretos de los mejores tiempos. Tras el bucólico tema instrumental "Nuestro primer invierno", el disco se despide con la extraordinaria "Quiero quedarme contigo" donde se mezclan evocaciones a Secretos o los modus operandis propios de don Javier Teixidor.

¡Qué bien sienta pasear por la realidad, por la vida que nos es común a todos, o casi todos, por los entornos cercanos y típicos!. En definitiva, que les invito a darse una vuelta por "El blues del arrabal", no se arrepentirán.



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