Recuerdo cuando hace ya casi un lustro conocí a The Sheepdogs en el Azkena Rock Festival de aquél curso 2013. Partían como una de las bandas menos conocidas del cartel, y en los últimos coletazos del festival, tras su actuación en el escenario dos, todos, o casi todos, hablaban de ellos como unos de los protagonistas del fin de semana.
Me hice con su disco homónimo de 2012, y cuando me decidí a escribir a propósito del mismo, recurrí a la frase delicioso batiburrillo. Seis años más tarde y dos largas duración después, sigue pareciéndome oportuna la frase para definir a los canadienses.
En su último álbum, "Changing colours", siguen haciendo acopio de los estilos musicales de más raigambre de la música de raíz americana, registrando esencias de las principales referencias setenteras de los palos referidos y haciendo con todo ello un sabroso caldo sónico de excepcional factura e impecable interpretación.
No reprimiremos la expresión 'revival' al hablar del grupo y de sus registros discográficos, pues se trata de eso, de una revisitación de estilos y géneros, de esencias y leit motives, pero de excepcional factura.
Encontramos en "Changing colours", como ocurría en pretéritos trabajos, esencias que recuerdan a los principales hacedores de músicas y sonidos sureños y atlánticos: Creedence Clearwater Revival, The Allman Brothers Band, Lynyrd Skynyrd, Bad Company... recreando un mosaico donde tiene su dosis de protagonismo el southern rock, el country, el rock californiano, la psicodelia, el blues, el hard o incluso el boogie o el funky.
Bajo el liderazgo del barbudo Ewan Currie, a lo largo y ancho del cancionero, de nada menos que diecisiete temas, demuestran una vez más lo excepcional de su modus operandi: excelentes voces, magníficos instrumentistas, elegancia orquestal, ortodoxia a la par de personalidad, buenas composiciones... El único pero que algunos le pueden poner es un razonablemente opinable exceso de fijación sónica y estilística, pero entiendo que esta banda va de eso, no está en batallas en pos de la actualización de conceptos y mucho menos de la búsqueda de santos griales sónicos.
Ante un tracklist tan extenso como el que manejamos, que además destaca por su enorme variedad y absoluto equilibrio, sin grandes altibajos y dominando el notable alto todo el metraje, se me antoja un tanto innecesario (además de largo y seguramente tedioso) el diseccionar tema a tema este contenido, que ya se ha dicho que resulta sumamente sabroso. Por lo cual me voy a permitir señalar un par de temas favoritos personales, y que cada cual se haga su composición de lugar una vez escuchado el trabajo al completo.
Por un lado me quedo con "Let it roll", por su melodía pop, casi como extraída de algún disco setentero de The Kinks, pero con steels guitars que aúllan y teclas que acarician. Y por otro lado un tema con salpicaduras psicodélicas y cierto tono funky, como una bravata del Santana de su época de leyenda: "The big nowhere".
En directo son una banda sobria, rotunda y refinada, y será un placer poder escuchar sus nuevas canciones defendidas sobre un escenario, tal vez el Azkena de este 2018 sea una buena oportunidad.
Al hablar de aromas, correctos, a la moda, versus rock sureños,lo pillo, pero a mi esta gente me mete de lleno hasta las trancas en los Doobie Bros,banda olvidada en estos blogs, en estos pastos
ResponderEliminarAquí hemos hablado alguna vez de Doobie Brothers, no mucho la verdad. Y también tienen un toque, es una banda que recoge de muchas fuentes la verdad.
EliminarGracias por tu observación, un saludo.
Perfecto todo lo dicho aqui. Esta banda recibe legados sureños sin duda. Son excelentes
ResponderEliminarY una banda que en directo aumenta su intensidad. Gracias.
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