Havoc - "Lo saben los narvales" (2014)


Con muchos meses de retraso llega esta reseña. Dicho esto, me entrego a la disección de "Lo saben los narvales", disco de Havoc, formación donostiarra (favorita personal) de la que hemos hablado en varias ocasiones (pinchar), que publicaron en 2014.
Preludio de su última criatura, el excepcional y creciente "Amado líder" de este curso, que escuchado de manera retrospectiva, con la presencia de su actual catálogo en primer plano, se advierte de forma clara los pasos que en 2014 se dieron (aunque el camino se inició antes) para este extraordinario final de carrera que es el mentado "Amado líder".
No quiere decir esto que "Lo saben los narvales" sea el hermano torpe de "Amado líder", de ninguna manera. Tiene el lote de temas de 2014 su propia personalidad y señas identificativas que hacen de esta travesía sónica, un recorrido con vida propia y coherencia argumental en cuanto a melodías, letras y sonidos.
Bajo la producción de Yon Vidaur, guitarrista de la banda, y que repite en sus labores de producción en "Amado líder", el disco desglosa las cualidades que ya podemos afirmar que caracterizan al grupo como si de su denominación de origen se tratase.


Ese vaporoso efecto que tiene su sonido, que se acerca en ocasiones a oscuridades ochenteras, de esas que se aclaraban con la new wave, o bien que oscurecían a las nacientes nuevas olas. Una presencia electrónica a base de sintetizadores que no chirrian y una cierta fiereza en guitarras que dan un tono glam-rock al conjunto; siempre con el soporte de una excepcional base rítmica.
Todo perfectamente cosido por el hilo de la estimulante voz de Pedro Gracia Pérez de Viñaspre, alma del proyecto y compositor de las diez canciones en que se divide "Lo saben los narvales".
Dentro del tracklist, se aprecia una cuidada labor en melodías, también en atmósferas, entre góticas y barrocas pero con la suficiente chicha para no resultar en exceso etéreas, sino carnales y latentes.
"Helices" fue el tema de presentación del disco, un ejemplo de lo que es la marca de la casa, donde se concentra como en un trailer, las guitarras que rugen, las teclas que dan volumen al sonido y la base rítmica que comanda ese gran baterista que es Andoni Etxebeste.
Ochentera, con teclas new wave y pegadiza melodía, "Un día" es un tema de gran pegada que se adhiere al cerebro. "Lo nuestro" tiene un tono de cantautor victoriano, con una nostalgia luminosa y el aire ochentero impenitente.
Más poética y doliente resulta "Frenesí", con un efecto hipnótico muy norteño y "Archienemigos" es más viscosa, espiritual, me recuerda a un tema cualquiera del gallego Xoel Lopez.
En "Cazador de ballenas" nos tropezamos con la electrónica tecno, que retrotrae a tres décadas atrás. Mientras una esencia sónica a lo Roxy Music nos envuelve en "Lo nuestro", para conducirnos a la saturada "Hemisferios", osado corte de intensidad metafísica en el apabullante uso de sintetizadores.



"Te negaré tres veces" es una balada romántica y sentida, más accesible sónicamente, realmente una bonita canción. Y la despedida llega con el trabajo electrónico de la ingrávida "Que bien".
El tercer disco de Havoc marca el camino a recorrer para llegar a la actual madurez de la banda. Un gran disco que no repara en riesgos, pero que acierta gracias a la personalidad de los firmantes, a un trabajo de composición meticuloso y un excelente trabajo en los controles.
Cuando se tienen las cosas claras, y el camino por el que se transita es el elegido, y la vista se fija más allá del siguiente recodo, se recogen las enseñanzas de cada repecho, las imágenes que se extienden más allá de las lindes de la vereda, y se pierde al miedo a la oscuridad.
Havoc, inició un camino hace unos años que, quien sabe, igual aún no ha terminado.

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