Los lunes... escenas de cine - "Sentido y sensibilidad"


Si, ya se que hoy es martes. Que lo de la peli debió ser ayer. Pero es que no me dio tiempo. Por unas cosas u otras, hay días, incluso semanas, que a uno no le da la vida para estar en todos los rincones que quiere o debe. Los últimos días están siendo de esos.
Pero como no es cuestión de que el amigo Nosferatu se eternice en la cabecera, pues habrá que saltarse las normas -saludable costumbre, siempre que se consuma con moderación- y traspasar la entrada cinéfila al martes, pero como si no hubiese pasado nada.
Y vamos a pasar del blanco y negro, del silencio y la niebla, y del pavor de lo desconocido, al color, la música y el encanto de las historias que tienen un final feliz.
Y de paso me juego el tipo, y pongo mi espíritu masculino y de rockero altivo en entredicho con la confesión que me dispongo a hacer a todos ustedes: "Me gusta Jane Austen... y mucho".
Pues ya está. Disparen al timorato, al blandito, al peregrino en busca de amores castos entre praderas, tormentas, miradas severas, promesas rotas por caballeros, estiércol y casas victorianas rebosantes de hipocresía. Todo eso, y más sentimientos balanceantes, se encuentran en la literatura de Jane Austen.
En 1995, Emma Thompson pone a la escritora de Winchester de actualidad. Tomó el boli y guionó más que correctamente la obra más redonda de la novelista: "Sentido y sensibilidad".
Encarnó a la hermana mayor de las Dashwood, y bajo la dirección del irregular Ang Lee, dejó una versión clásica, atinada, bella en cuanto a su plástica y perfectamente interpretada del libreto.
A mi me gusta. Me gusta mucho, porque es divertida, trágica, romántica, bucólica, con encanto y crítica, con personajes tan haraganes y encantadores que uno solo puede sentirse envidioso y encolerizado ante su absurda forma de malgastar su vida...
Nos vamos al amor y la virtud con "Sentido y sensibilidad".
¡Feliz semana!

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