Os aseguro que me había prometido no mentar el disco "Kontiki" (pinchar) en la presente reseña, ya que todos sabemos que aquél es irrepetible y que no es justo mantener a un grupo de señores cutivo de un episodio que si ciertamente resultó visionario y mágico para unos cuantos, lo cierto es que la mayoría lo ignoró, y en tal tesitura se mantiene el personal 19 años después de su publicación.
Pero es que la vuelta de Cotton Mather no puede ser ajena a la remembranza de una obra maestra como "Kontiki", uno de los más elevados y tiernos paseos por la vereda powerpopera con que han sido bendecidos los oídos de los más afortunados en los últimos 30 años, doy gracias al mesías del rock por elegir mis orejitas para entrar en tan selecto grupo.
Si bien es cierto que tras la ya apuntada masterpiece los chicos de Robert Harrison facturaron un par de discos más, que obtuvieron los mismos parabienes populares que "Kontiki", desde 2001 el grupo no funcionaba como tal y fue hace cuatro cursos, cuando a propósito de la reedición del mítico Lp, que Harrison tomo lápiz y papel y se puso a la tarea de escribir un ramillete de canciones aprovechando el paso de las musas por los alrededores, al parecer con el tiempo le ha parecido una buena idea agruparlas en un álbum y no ha tendido dudas a la hora de elegir compañeros, sus antiguos compinches de Cotton Mather.
Y así llega en este 2016 "Death of the Cool", un disco que se deja cocer en la misma marmita de burbujeante pócima mágica que aquél, y adquiere ese aroma inconfundible de las bellezas melódicas y los susurros sónicos que en su día contagiaron al mundo tipos de la catadura de The Beatles, Big Star, The Jayhawks, The Byrds o los primeros The Who.
Con la briosa "The book of too late changes" da comienzo esta vuelta al redil, tema de gran lujuria rítmica y agraciada melodía claveteada por batería y guitarras, inmejorable inicio.
"Close to the sun" es un pop de toques lisérgicos muy anclado sónicamente a la segunda mitad de los sesenta, una de las baladas que marcan diferencias en este cancionero es "The middle of nowhere" de aullantes steels.
En el álbum nos encontramos salpicaduras psicodélicas en temas como la encantadora: "Candy Llac", uno de los momentos que me recuerda a los Who del 67, y en "Life of the liar" vientos y acordeones cuadran uno de los mejores temas del disco.
Otra balada impagable es "The land of flowers" de tenue orquestación y muy en sintonía con los Beatles postreros, en cambio la luminosa melodía y las cristalinas guitarras dan un contrapunto perfecto en la bonita y powerpopera: "Never be it".
Aunque es posible que mi momento favorito del disco sea "Queen of swords", con su melodía candente y sus arreglos de cuerda, melancólica y lírica, una gozada muy al gusto del que suscribe.
Vientos que se contagian de cierto aire psicodélico en otro corte beatlemano titulado "Waters raging", y "Child bride" se empapa de duzor y teclas barrocas en un delicioso corte.
Al calor del piano despide el disco otra balada de mucha enjundia como "The end of Dewitt Finley".
Preciosa entrega que no empaña el pasado de Cotton Mather, un disco que se escucha con deleite y se disfruta, con fantásticas baladas y estupendos medios tiempos, powerpop y pop-rock de impecable factura para dar un poco de lustre a este 2016.
100% de acuerdo. Sabemos q la magia del komtimi es muy complicado q aparezca en su integridad pero aqui hay muchos de sus destellos
ResponderEliminarPor supuesto que Kontiki es imposible, pero este es un disco excelente y con momentos estupendos.
EliminarSaludos.
Joder que fuerte!! No habia visto tu reseña, con la que por cierto coincido totalmente. Sabes que me pasa con Cotton? que no soy parcial...Tiene tanto de Beatles que me matan. Kontiki es la ostia pero y The Big Picture.. y el EP.... es que es una banda que me pegó en todo el mentón. Lastima que tarde...Me alegro como sabes cuanto, por compartir el gusto por esta banda contigo.... UN ABRAZO
ResponderEliminarEs que Kontiki hace que los demás pasen a un segundo plano, pero son excelentes discos también.
EliminarAl final suelo pensar que es mejor que estas bandas se queden para el deleite de unos pocos, que sino terminamos escuchando sus temas en anuncios de salchichón o pizzas y no mola.
Unos bolitos por aquí sería lo suyo ¿eh?
Un abrazo.