De la misma manera que el otro día comentaba las satisfactorias consecuencias que han supuesto en mi la perdida de aquel engorroso conservadurismo que durante años me acompaño, y el bien entendido orgullo que siento de mi mismo al verme capaz de reciclar mi comportamiento en una actitud mas abierta y aventurera, siempre en lo que a mi afición musical se refiere, hoy quiero recalcar la otra cara de la moneda, otra cara que no quita razón a la mostrada el otro día. Pienso que todos, como los dados, tenemos varias caras y no tienen porque no ser contradictorias sino que pueden y deben ser complementarias y enriquecedoras cada una en su momento y lugar.
Y es que hoy, escuchando el EP de este hasta ahora desconocido para mi Chris Lord y sus Cheatin' River, me he dado cuenta de que a veces lo que realmente te hace sentirte pleno es lo conocido, lo cercano, lo familiar... así como cuando la vida aprieta siempre se termina recurriendo a la familia, entiéndase familia en el sentido humano y no sanguíneo o genealógico del termino, buscando en el calor que su amor genera: ayuda, comprensión y un consuelo que sabes asegurado, en la música ocasionálmente es también esta compañía, la familiar, la conocida y querida a la que recurrimos, a los sonidos que viven en el interior mezclándose con los sentimientos y germinando una amalgama de sensaciones personales y propias, un catalogo de recuerdos y evocaciones intransferibles forjados a fuego a lo largo de los años, porque en compañía de estos sonidos es donde la paz se hace dueña de uno, y la emoción vuelve a viajar a los lacrimales y a excitar pieles y párpados que reaccionan experimentando convulsiones y terremotos cutáneos.
Así me he sentido hoy mientras escuchaba este muestrario de sonidos blueseros de tradicional corte, blues que mira al southern y al rockabilly de frente, sin pretender sorprender ni inventar, solo pretendiendo convivir en busca de la plenitud sonora, conociendo el sendero que se ha de andar para llegar al corazón de mucho melómano que en estos sonidos se siente en familia, en paz y en plena efervescencia sensitiva.
Seis temas que lo dicen todo sin hablar alto, lo cuentan todo sin decir gran cosa, que llevan en el carácter genético de sus construcciones melódicas el germen de la tradición, en las voces el timbre de la redundancia maravillosa de lo de siempre, en las guitarras el plañir agarrado al pasado de lo eterno, de lo que nunca muere.
El primer segundo de "Spirit Of Abilene" da por comenzado este "Chunkabilly Blues", y cuando llega el tercer segundo y las guitarras mas rockeras y primitivas hacen su aparición ya sabemos el desenlace de la historia de este disco, y aunque ya hemos visto la película sabemos desde ese momento que nos vamos a quedar a verla entera, ritmo sincopado, vocalidad genuina y melodía redonda, gozando, con las puntas de las botas buscando alternativamente cielo y tierra, un fantástico countrybilly-blues.
Guitarras que suenan a ceniza y que se esmeran en dar mas dureza al sonido de la voz de Chris Lord que emite un nasal quejido que como todo nos es familiar..."I'm Gone" se disfruta y se siente como algo propio. Propio y guerrero, típico hasta el ocaso, mil veces escuchado, pero irresistible, rockabilly en el alma, blues en la piel y country en el sentir, imposible no bailar al son frenético de "She's Moved On".
"She'll Be Coming (With a Head of Steam)" repta como un lagarto, arrastrando bajo su vientre todo el polvo del camino, polvo empapado de historia y tradición, sucias las guitarras y arenosa la voz, punteo gutural y ritmo machacón en otro tema que es como de casa, de toda la vida.
Rock and Roll pionero, rockabilly típico y tópico, los cincuenta al servicio de unas guitarras que aullan como demonios sometidos a un baño de agua bendita, a bailar y dejar que el ritmo nos posea en la indómita "Jelly Bean".
Como toda reunión familiar se acaba y cada miembro vuelve a su soledad envuelta en multitud, a sus pensamientos de pureza contaminada de malicia radioactiva y los ritmos mas negroides funkileros de "My Demise" son una buena escusa para despedirse hasta la próxima de los familiares y amigos que han entregado sus bienes mas innatos a los que les son queridos, hoy estos bienes que venían en forma de percusiones y guitarras, de voces arrastradas por el viento sur de la pradera sureña y evocaciones al pasado me han echo sentirme pleno, seguro y en familia, y es que a veces lo de siempre es lo que mas apetece, lo que nos complementa y a menudo nos salva de algún pequeño naufragio.
Os recomiendo de todo corazón, con vocación de familiar y amigo este breve viaje por la tradición que es "Chunkabilly Blues".
¡Buena semana a todos!
Y es que hoy, escuchando el EP de este hasta ahora desconocido para mi Chris Lord y sus Cheatin' River, me he dado cuenta de que a veces lo que realmente te hace sentirte pleno es lo conocido, lo cercano, lo familiar... así como cuando la vida aprieta siempre se termina recurriendo a la familia, entiéndase familia en el sentido humano y no sanguíneo o genealógico del termino, buscando en el calor que su amor genera: ayuda, comprensión y un consuelo que sabes asegurado, en la música ocasionálmente es también esta compañía, la familiar, la conocida y querida a la que recurrimos, a los sonidos que viven en el interior mezclándose con los sentimientos y germinando una amalgama de sensaciones personales y propias, un catalogo de recuerdos y evocaciones intransferibles forjados a fuego a lo largo de los años, porque en compañía de estos sonidos es donde la paz se hace dueña de uno, y la emoción vuelve a viajar a los lacrimales y a excitar pieles y párpados que reaccionan experimentando convulsiones y terremotos cutáneos.
Así me he sentido hoy mientras escuchaba este muestrario de sonidos blueseros de tradicional corte, blues que mira al southern y al rockabilly de frente, sin pretender sorprender ni inventar, solo pretendiendo convivir en busca de la plenitud sonora, conociendo el sendero que se ha de andar para llegar al corazón de mucho melómano que en estos sonidos se siente en familia, en paz y en plena efervescencia sensitiva.
Seis temas que lo dicen todo sin hablar alto, lo cuentan todo sin decir gran cosa, que llevan en el carácter genético de sus construcciones melódicas el germen de la tradición, en las voces el timbre de la redundancia maravillosa de lo de siempre, en las guitarras el plañir agarrado al pasado de lo eterno, de lo que nunca muere.
El primer segundo de "Spirit Of Abilene" da por comenzado este "Chunkabilly Blues", y cuando llega el tercer segundo y las guitarras mas rockeras y primitivas hacen su aparición ya sabemos el desenlace de la historia de este disco, y aunque ya hemos visto la película sabemos desde ese momento que nos vamos a quedar a verla entera, ritmo sincopado, vocalidad genuina y melodía redonda, gozando, con las puntas de las botas buscando alternativamente cielo y tierra, un fantástico countrybilly-blues.
Guitarras que suenan a ceniza y que se esmeran en dar mas dureza al sonido de la voz de Chris Lord que emite un nasal quejido que como todo nos es familiar..."I'm Gone" se disfruta y se siente como algo propio. Propio y guerrero, típico hasta el ocaso, mil veces escuchado, pero irresistible, rockabilly en el alma, blues en la piel y country en el sentir, imposible no bailar al son frenético de "She's Moved On".
"She'll Be Coming (With a Head of Steam)" repta como un lagarto, arrastrando bajo su vientre todo el polvo del camino, polvo empapado de historia y tradición, sucias las guitarras y arenosa la voz, punteo gutural y ritmo machacón en otro tema que es como de casa, de toda la vida.
Rock and Roll pionero, rockabilly típico y tópico, los cincuenta al servicio de unas guitarras que aullan como demonios sometidos a un baño de agua bendita, a bailar y dejar que el ritmo nos posea en la indómita "Jelly Bean".
Como toda reunión familiar se acaba y cada miembro vuelve a su soledad envuelta en multitud, a sus pensamientos de pureza contaminada de malicia radioactiva y los ritmos mas negroides funkileros de "My Demise" son una buena escusa para despedirse hasta la próxima de los familiares y amigos que han entregado sus bienes mas innatos a los que les son queridos, hoy estos bienes que venían en forma de percusiones y guitarras, de voces arrastradas por el viento sur de la pradera sureña y evocaciones al pasado me han echo sentirme pleno, seguro y en familia, y es que a veces lo de siempre es lo que mas apetece, lo que nos complementa y a menudo nos salva de algún pequeño naufragio.
Os recomiendo de todo corazón, con vocación de familiar y amigo este breve viaje por la tradición que es "Chunkabilly Blues".
¡Buena semana a todos!
Este tío me encanta. He escuchado cosas suyas y me parece un fenómeno; además, mi tío lo vio en concierto y dice que es un auténtico fenómeno, que toca casi todo lo que le piden: un gesto de grandeza, sin duda. De hecho voy a pincharme un disco suyo ahora. Un abrazo; buena entrada.
ResponderEliminarTiene la grandeza de hacer lo tradicional y hacerlo bien, que eso siempre es dificil y lo clásico es eterno, que suerte tu tío...
EliminarAbrazo.
Nunca había escuchado esto, como me pasa últimamente por aquí. No dejo de aprender.
ResponderEliminarUn abrazo!
Es clásico y tópico pero muy bien terminado y sonando a tradición, te gustara amigo.
EliminarGracias y un abrazo.
Una propuesta interesante, a veces unas mismas coordenadas pueden dar tantas o más alegrías. Apunto y aprendo Addison.
ResponderEliminarSaludos
Existen ciertas coordenadas que nos llevan a ese sonido de siempre, familiar y cercano en el que nos sentimos comodos, eso es algo a lo que recurrimos porque lo necesitamos y lo necesitamos porque lo amamos.
EliminarUn fuerte abrazo.
Suena bien, tanto la guitarra y voz evocan algo al sonido del mítico Steve Ray Vaugham.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto Aurelio, menos agresivo pero con un aire a Steve, gran apunte.
EliminarAbrazo.