A veces la voracidad no solo nos empacha sino que nos ciega e incluso nos vuelve sordos. Eso es lo que nos ocurre, o mejor dicho, me ocurre a mi, no quiero ni debo generalizar, pues esto no es correcto y menos aún justo como todos sabemos, no obstante en mi caso, es así, la voracidad me vuelve sordo.
Y me refiero a la voracidad melómana, esta en la que vivo embuido desde hace tiempo, descargo mas música de la que puedo escuchar, por lo cual acabo empachado, pues hay ocasiones en las que mirar el disco duro da empacho, cuando no ganas de expulsarlo todo cual vomitona intelectual, que como en todo buen empacho no llega, negándonos el deseado desahogo.
También me quedo ciego, pues siempre hay algún disco, algunos sería mas exacto decir, que ni siquiera ves, escondidos entre nombres mas rimbombantes, brillantes o familiares, durmiendo el sueño de los justos, sueño del que alguno presiento nunca despertará.
Y sordo, si sordo, pues en el ansia por comenzar la escucha de alguno de esos discos rimbombantes, brillantes o familiares a los que hacía referencia en el anterior párrafo, los oídos se taponan imaginando con su ciega forma de imaginar el disco que esta presto a sonar cuando acabe el presente, que simplemente se pierde en el espacio viciado de incienso de mi cuarto, cuarto muchas veces de los horrores...El caso es que termina el disco sin haber sido escuchado por nadie, y me viene a la mente el dilema de Nietzsche...Si un disco es reproducido por un aparato, pero nadie esta ahí para escucharlo...¿A sonado???
Esto me ocurrió hace unas semanas con el disco que ahora me ocupa: "Death Letter Jubilee" de los sureños The Delta Saints, disco que sonó un par de veces sin ser escuchado por nadie, por nadie a pesar de mi presencia dentro de las mismas coordenadas espacio-temporales que el aparato que lo reproducía, pero ajeno a las coordenadas psico-sensitivas precisas para valorar, positiva o negatívamente cualquier tipo de expresión artística, artística y expresión en general.
El caso es que por casualidad y gracias al MP3, aparato que no suelo utilizar demasiado, pero que el otro día, en plenas vacaciones metí en el bolsillo de la camisa para que amenizara un agradable paseo que decidí dar por Bilbao, y allí en el menú se encontraba este álbum...
- Coño, voy a darle una oportunidad a este disco, creo que lo escuche un par de veces y no me dijo nada...- ¡Falso!, lo pinché, pero no lo escuche...paseando por Bilbao, entre ruidosos coches, niños mas ruidosos aún jugueteando por el Campo Volantín y madres todavía mas ruidosas desgañitándose con los pequeños monstruos, corriendo tras ellos, bocata de chorizo en ristre... en este, en principio desfavorable ambiente, deguste, como si del bocata de chorizo que se cimbreaba delante mío se tratase, en infantil paladar y propicio horario para la merienda este trabajo que hoy traigo aquí.
Y descubrí un disco sorprendente, (en que estarían pensando mi cerebro y mis oídos los días de autos...), amalgama de músicas americanas de sureño aroma, que entre guitarras dotadas de enérgica disposición y gemidos de intimo y sutil carácter soulero recreaban piezas de racial actitud, de egregio sentido americano y de rotunda fortaleza blusera.
Blues, rock, soul, aires del Delta, incluso notas provinientes del Hardrock mas Zeppeliniano se dan cita en los surcos de este febril disco de rotundo sabor sureño, caliente como la tierra que bajo el sol de Mississippi sufre las ardorosas consecuencias de una vida al raso, desafiando al sol y a la brisa ardiente que arrastra el mítico río en una conjunción de música y alcohol que hace sentirse invencible a quien bajo esta nebulosa tiene la extraña fortuna de vivir.
No hay tregua, y una vez que te sumerges en el mundo onírico y calenturiento de la música que escupe esta joven banda, no hay escapatoria...estas atrapado por el fuego que golpea los oídos, fuego proviniente del infierno de la mas enfermiza erupción blusera con que empiezan cortes como "Chicago", mas profunda que las raíces del mas antiguo roble de Alabama, "Boogie", armada con una guitarra y una letanía de armónica que parece esculpir el ardoroso aire del desierto, haciendo sudar al mayor lagarto rockero que de anfibio del blues se precie, o la mas oscura e inquietante "Sing to Me".
Mas festivas calenturas nos aproximan a la Sodoma y Gomorra de la perdición rockera en temas como "Liar" o la grandiosa y Nueva Orleansera "Death Letter Jubilee", tema de efervescencia diabólica y decadencia de liturgia casi profana.
Oscuras letanías nos encierran en una espiral de localidad nocturna y casi terrorífica, presentimientos mas que sentimientos escondidos en las tenebrosas dunas sonoras de temas como "Jezebel", "From The Dirt" o la sobresaliente "Old Man".
"Jerico" cierra un álbum de alta temperatura, de bucólicos delirios recordándonos a los inolvidables y también ardientes Screamin' Cheetah Wheelies, con un final de auténtica pesadilla sonora, un tema tremendo, impresionante y desgarrador en toda su sureña intensidad.
Acústicas mas Stonianas en "Out to Sea", fantástico folk-blues de fuerte y concentrado alimento lírico, el rock and roll de corte mas clásico de "The Devil's Creek" y la oscura y litúrgica repetición de "River", una suerte de soul proviniente de lo mas íntimo del núcleo del pecado, y que en menos de dos minutos desplega todo su poder de oscurecer el alma del oyente.
Disco de obsesiva y desafiante actitud sureña, con todos los tópicos que dan brillo y bruño a las leyendas y creencias que de la tierra nacieron y que por el aire en cadenciosas voces fueron cantadas a lo largo de los cálidos veranos de largas y ardorosas noches en las que el sueño escondido en el fuego del verano se oponía a hacer su aparición propiciando la búsqueda de la verdad en las gentes del sur, que optaron por la atractiva melancolía de las historias de fuego, demonios y amores perdidos, héroes de leyenda vendedores de almas y tahúres asesinados tras la última trampa y cuyo espíritu aún vaga en las noches buscando su baraja del tarot...
Disco apasionante e inyectado en fuego y alcohol que hará las delicias de todo aquel que ame la música que desemboca en el delta que vio nacer a Robert Johnson...
Si os pasa como a mi, abrir los oídos, no hagáis como yo, y preparados para una exposición a todas las maldades que del centro de la tierra, y en forma de estupendas canciones, os contaminara el alma este disco de los prometedores The Delta Saints.
Uno de los primeros que escuché y reseñe este año, un gran disco. Excelente reseña. Saludos
ResponderEliminarChals: Pues la busco, aunque seguro que en su día la leí pero no me acuerdo, y si que es un disco genial si...
ResponderEliminarAbrazo.
Joder Jorge, como te entiendo tío, por aquí el disco duro del ordenador está también petado de discos y también alguno ha pasado desapercibido, normalmente es Rafa con esa memoria flipante que tiene para guardar nombres de grupos, canciones y fechas de lanzamientos, el que me suele dar un toque si algo bueno se me escapa, pero tío, tengo un batiburrillo de grupos ahora mismo, y no quiero que se me escape nada de nada, flipé con Delta Saints este verano en un concierto que tuve la suerte de disfrutar, ahora toca echarle una oreja a este disco. Que pases un buen finde.
ResponderEliminarCarol: Es imposible lo del disco duro, voy a terminar haciendo una cura de desintoxicación de música aparcada en disco duro y que me mira desde la pantalla con ojos de deseo porque sino...
ResponderEliminarA mi se me escaparon vivos en Bilbo por temas de curro...la proxima.
Besos.