Otro fin de curso, empiezan las vacaciones con animo nublado y vista cansada - Las paranoias de Addi

Como cada año doy comienzo a mis vacaciones con el ánimo erosionado y la mirada borrosa. Los que somos nostálgicos por defecto, como medida terapéutica de auto medicación, tendemos a empezar con el ciclo de la nostalgia apenas empieza el presente a convertirse en inmediato pasado, apenas sospechamos que en el ahora pueda existir algún asomo de duda sobre la repercusión emotiva que pueda tener pasado el tiempo. Nunca es demasiado pronto para rememorar el pasado, aunque solo hayan transcurrido unas horas.

Tal vez sea por esto que cada año, cuando llega un día como el de hoy, el primero de mis vacaciones, me atrapan en la vigilia de la madrugada instantes, alegrías y frustraciones recolectadas durante el curso y que llegada la hora del descanso germinan, presentándose en la oscuridad de mi dormitorio como imágenes que exigen un informe sobre su naturaleza y el efecto causado sobre mi.

No ha sido el mejor año de mi vida, aunque creo que esto es común en todos. Los recientes acontecimientos me sofocan y no contribuyen a que mire al futuro con optimismo, y si cabe, menos aún al presente con satisfacción.

Si en otras ocasiones he manifestado hartazgo por muchas de las cosas que me rodean y se rien de mi, lo de este año es peor. Es como una sensación de desidia que sigue apartándome de mi mismo, de mi propia esencia, haciendo que la imagen que proyecta el espejo pertenezca a un extraño, a un desconocido que ha ido cayendo en las mañas que tantas veces ha reprochado a sus semejantes.

Para quién ha sido un idealista es duro verse convertido en un descreído, para quién ha sido un cínico que jugaba al humor negro, es penoso sentir que nada le hace gracia, y que la ironía ha pasado a ser un juego repleto de trampas, uno más de la literatura enclichetada con que nos acosan desde los medios... Si Miguel Mihura levantara la cabeza creo que tampoco se reiría, tal vez él encontrase alguna solución, pero claro, yo no soy don Miguel Mihura.

Cuando el mundo termina en la puerta de casa y la única vía de escape es la ventana o internet; cuando la imaginación que una vez intentó acceder al poder, ahora es patrimonio de los guionistas y creativos de las series de TV, que administran ficción creando coartadas de supuesto buenrollismo y progre posicionamiento social, pero que que en el fondo vienen dictaminadas en reuniones de ambiciosos ejecutivos que tienen en sus carpetas de piel los devenires de las esperanzas y desahogos de la audiencia, y terminan dirigiendo unas vidas más asentadas ante el brillo de una pantalla que revueltas en el aire libre de la calle. Cuando la distancia social en realidad es un abismo de tiempo y silencio, cuando nos tapan la boca y borran los besos, ocultan las sonrisas y apagan las conversaciones, enmudeciendo a los pensamientos, que dentro de uno mismo terminan marchitándose y pereciendo; cuando la libertad es una palabra sujeta a los dictámenes de los telediarios y a las opiniones de tertulianos, y el pensamiento se ve aplastado por los adjetivos impuestos desde el olimpo del mundo de los hombres; cuando la ceguera se impone, al no ver a los amigos, la sordera se precipita ante la falta de canciones y versos susurrados en voz baja; cuando todo es pernicioso y el mundo parece que se ha cansado de estar al servicio de un ser humano despótico e individualista que no empatiza con nada ni nadie; cuando todo se va a la mierda, solo Homer Simpson es capaz de sentir que la felicidad es alguna de esas cosas que dicen los proverbios orientales o las frases extraídas de los sermones de pelmazos como Paulo Coelho.

Pero como el mundo sigue girando, y hay motivos para acompañar andando a su rutina y movimiento, y siguen existiendo las hadas mágicas y los fieles escuderos y los trovadores y las sirenas y los bufones y los duendes y los trasgus y las mujeres fatales y los amigos de los besos y las amigas desconocidas y al fin y al cabo no nos queda otra que seguir viajando y contándolo mientras tengamos aliento, aprovecharemos para descansar, visitar Portugal y leer historias de amores quiméricos y filosofías impertinentes, y resetearemos para volver a ser como éramos, cuando la juventud prometía que el mundo era un juguete que dominaríamos a nuestra voluntad y nunca perderíamos ninguna partida, y trataremos de volver a la vereda de la esperanza, aunque no sean días para soñar (o tal vez sea todo lo contrario).

Comentarios

  1. La mente y el cuerpo necesitan una desconexión de nuestra realidad, soñar en otro entorno, respirar un aire renovado, darle a los sentidos una provocación que haga reaccionar esa chispa necesaria para sentirse vivo.
    Felices vacaciones!!
    Muxu.

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  2. Siempre esa esperanza que no te abandona, Jorge. Qué cierta tu reflexión sobre las series de televisión, por cierto. Disfruta de las vacas.

    Un abrazo.

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    1. Querido amigo, en los últimos años siento que la esperanza se me escapa entre los dedos. Pero al menos escribo para expandir dolores.
      Un abrazo

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