And libros by Addison de Witt - "La espuma de los días" - Boris Vian

Boris Vian publica "La espuma de los días" en 1947, aunque fue escrita un año antes. En 1948 aparece el ensayo "¿Qué es la literatura?" obra de Jean Paul Sartre, en el que retuerce de manera filosófica y reflexiva la pregunta a la que hace alusión el título. En estas páginas, Sartre se postula como el adalid del escritor comprometido y analítico, Vian es justamente lo contrario.
Y es que lo que queda claro tras la lectura de la novela que hoy traemos aquí, es que Boris Vian va por libre. En unos años como los cuarenta, donde el existencialismo es el recurso literario y filosófico que tira del carro, con la deprimente resaca, consecuencia de la gran guerra, y los atribulados relatos que se repiten en las mentes de los europeos, provenientes de los años de belicismo y locura, más las soflamas socialistas que hacen hervir las seseras más circunspectas, obra de Marx o de Henguel, el escritor, dramaturgo, músico, traductor y poeta francés, se retira a su rincón a expandir su forma de ver la literatura, contestando al existencialismo intelectual de Sartre con fantasía, imaginación y surrealismo.
"La espuma de los días" es básicamente una historia de amor, alrededor de este concepto se tratan otros temas como la muerte, la amistad, la lealtad, la enfermedad, el trabajo, la religión o incluso el fanatismo ideológico. Otro elemento indispensable es la música jazz, el amor al jazz más exactamente, de hecho Vian llama a la protagonista femenina del drama Chloé, igual que la hermosa pieza de Duke Ellington.
Con estos ingredientes cuece al autor un puchero en el que no falta el surrealismo abstracto, escenificado en personajes, episodios y reflexiones sobre varios particulares, la fantasía impregna las descripciones y las atmósferas - la obra se desarrolla en Nueva Orleans, Memphis y Davemport, lugares en los que el autor nunca estuvo - y también en los objetos que van apareciendo según avanza la acción.
La narración es sumamente delicada y emotiva, siempre teñida de un halo de nostalgia y melancolía, los personajes están a medio camino entre lo absurdo y lo onírico, pero difícilmente no provocarán ternura y afecto en el lector, pues en no pocos instantes, a pesar de lo extraño de las circunstancias y los escenarios, es fácil sentirse identificado con algunos pasajes, reacciones y pensamientos de estos seis estrafalarios seres que terminan por hacerse querer.



Colín es un joven adinerado, no necesita trabajar para vivir cómodamente y ama el jazz por encima de todo. Hasta que conoce a Chloé, preciosa joven de la que se enamora y con la que se casa, ella encarna la ternura y la bondad.
Nicolas es el cocinero de Colin, también chófer y sobre todo amigo, es el punto cuerdo de la trama. Está enamorado de Isis, una joven aristócrata que gusta de vivir la vida y sus placeres junto a Nicolas. Aunque pertenezcan a diferentes mundos y escalas sociales, curiosamente son los únicos que parecen tener los pies en el suelo.
Chick es el mejor amigo de Colin, tiene que trabajar para vivir y está enamorado de Alise, aunque su verdadero amor es la literatura de Jean Sol Partre (parodia de Jean Paul Sartre). Gasta todo su dinero en conseguir cualquier libro, edición u objeto de Partre, lo que le mantiene en una perpetua ruina económica. Finalmente Alise, que ama profundamente a Chick, descubre que su novio ama más a Partre que a ella, lo que la lleva a la desesperación y a la locura.
Cuando Chloé enferma - aparece un nenúfar en uno de sus pulmones - Colin se gasta su fortuna en flores, único remedio para matar al nenúfar y salvar la vida de Chloé, que vive postrada y rodeada de primavera, terminará trabajando en lo que encuentra para seguir comprando flores, al mismo tiempo que su casa va menguando hasta casi no poder entrar ni salir de ella.
La historia se va desarrollando entre inventos alocados y la compañía del Ratón gris de bigotes negros que vive en casa de Colin, la intervención de personajes hilarantes como el doctor Tragamangos o los diversos jefes que se encuentra Colin en sus absurdos y desquiciados trabajos, en los que se encuentra una sutil pero descarnada crítica al trabajo y a la mecanización del mismo.
Con un regusto trágico y un pesimismo implícito se llega a un final que no dejará indiferente a nadie.
A pesar de la extrañeza y la paranoia, se trata de una novela maravillosa.