And libros by Addison de Witt - "LLuvia fina" - Luis Landero

Nunca había profundizado en la obra narrativa de Luis Landero. No por nada especial, pero la verdad es que hasta ahora solo había leído, hace varios años, la célebre "Juegos de la edad tardía", que me gustó bastante.
Pero a principios de esta semana ha caído en mis manos su última novela, "Lluvia fina", y sin darle más vueltas empecé a leerla, aunque para ser sincero, sin grandes expectativas.
Tal vez esta falta de expectación venía dictada por mi ignorancia a propósito de la obra de Landero, el caso es que me ha sorprendido la novela, y lo ha hecho para bien y por varios motivos.
La trama se retuerce en torno a llamadas telefónicas entre un reducido grupo de personajes, estas llamadas saltan en el tiempo y cambian de interlocutores e incluso intercalan en una conversación determinada, otros momentos anteriores a los que el diálogo presente hace alusión, mezclando el autor de manera brillante varias pláticas que hacen un todo perfectamente coordinado y entendible entre varios interlocutores.
Me ha parecido una especie de novela epistolar del siglo XXI, cambiando el intercambio de cartas por diálogos telefónicos e incluso algún whatsapp.
También me ha gustado mucho el ritmo narrativo, el perfilado de los personajes, que venía determinado en las conversaciones telefónicas de las que somos testigos, y que nunca llegas dilucidar claramente cuál es el contorno psicológico de cada personaje, este estado de confusión en el lector es un aspecto indispensable para la buena consecución de la historia.
Y la narrativa ágil, fluida y sin aspavientos que utiliza Landero, eficaz y muy literaria, siempre al servicio de la coherencia de la trama.
Y es que la trama tiene muchos cebos en los que dejarse enredar: viajes vertiginosos al pasado de unos personajes muy peculiares y psicóticos, encerrados en una educación y principios dictados por una figura de poder que es la madre (yo he recordado en varias ocasiones "La casa de Bernarda Alba"), y que determina con sus acciones y falta de cariño los destinos de sus tres hijos, encerrados en un hogar que tras la muerte del imaginativo y cariñoso padre se convierte en un feudo que se nos presenta tenebroso y agobiante.
Secretos y rencores, mentiras que se funden con verdades, aunque en realidad terminamos por no saber nunca qué es cierto y qué es falso, pues el relato de cada personaje se enfrenta y contradice a lo confesado por cualquier otro; y unas vidas que discurren de manera paralela pero alimentadas por mentiras, podridas por recuerdos y perdidas en un laberinto de reproches, odios y desengaños que llegan a alcanzar una intensa desazón en el lector, que no puede dejar de seguir con inquietud el intercambio de ignominias y vilezas.
No diría crítica, pero si una visión poco amable de la familia tradicional, hipócrita y abotargada de rencores y cuentas pendientes nunca confesadas, enfrentadas ni planteadas en un debate valiente.

Gabriel es el hijo pequeño de una extraña familia. Cuando la madre, una despótica, avara y cruel mujer que tuvo que criar a sus tres hijos tras la muerte temprana de su marido, cumple 80 años, el benjamín decide organizar una fiesta para celebrar tal efeméride con sus dos hermanas, su esposa Aurora, las parejas de estas y Horacio, ex-marido de Sonia,(su hermana mayor) y padre de las dos hijas de esta.
Aurora trata de persuadirle, piensa que de la fiesta no puede salir nada bueno a sabiendas de la extraña y distante relación que mantienen todos los miembros de la familia, en especial de las dos hijas mayores con la madre (y de manera indirecta también con Gabriel).
Gabriel, que piensa que puede ser la ocasión perfecta para limar asperezas y retomar una relación normal y familiar, no la escucha y empieza a llamar a sus hermanas y a su madre. La idea no es bien recibida por Sonia, la hermana mayor, que no quiere saber nada de ver a su ex, Horacio, un extraño hombre más de veinte años mayor que ella, al que odia y sobre el que porta un terrible secreto. En cambio la segunda hija del matrimonio, la psicótica y lunática Andrea saluda la ocurrencia de manera positiva, desea ver a quién fue su amor de adolescencia, Horacio, y está dispuesta a defender la presencia de este en el homenaje.
Ambas empiezan a llamar a Aurora, pues la esposa de Gabriel es una mujer dulce, comprensiva y que sabe escuchar. Pronto es oyente y testigo del terrible pasado de la familia, mil veces repetido y conocido por ella tras años escuchando los mismos rencores y las mismas ambiguas historias, especialmente de Andrea.
Además Aurora tiene sus propios problemas, una hija enferma y un marido ausente y cambiante. Su bondad hace de ella la auténtica victima de la historia, al ser la destinataria de todos los horrores de la familia de su marido.
Tal vez, la idea de la fiesta no haya sido tan buena...