Concierto: José Ignacio Lapido - Bilbao, Sala BBK - 07/04/2018


José Ignacio Lapido lleva más de treinta y cinco años en el negocio musical. En este tiempo El poeta eléctrico nos ha dejado una obra de gran enjundia, varios discos, hoy de culto, con 091, y desde el año que marcó el punto final al siglo precedente hasta nuestros días, ocho trabajos firmados en solitario.
Además de esta herencia en forma de discos y canciones, Lapido demuestra que a día de hoy sus motivaciones siguen siendo las mismas que le subieron a un escenario en los primeros ochenta con su legendaria formación primigenia.
Quiero decir que José Ignacio Lapido no es de esos artistas que en un momento dado activan el piloto automático, facturando discos para cubrir expedientes y perpetuarse en giras que alimenten sus cuentas corrientes, sin ofrecer nada más que nostalgia a un público entregado a las tonadas que aluden a años de aventuras juveniles.
Lapido sigue manteniendo esa ilusión necesaria que precisa la escritura de buenas canciones. Sus discos no bajan de nivel y el granadino sigue teniendo inquietud y ganas de contar cosas, así lo demuestra con su último cancionero del curso pasado: "El alma dormida" (pinchar).
Y a la hora de pisar escenario lo demuestra también, defendiendo precisamente su última colección de canciones, como debe ser, sin centrar el setlist en los viejos tiempos, alusiones a la nostalgia colectiva y al favor de un público rememorando viejos tiempos. Ayer Lapido interpretó "El alma dormida" en su totalidad, con la única excepción (creo) de "Enésimo dolor de muelas".
Además en escena, al maestro le arropa una banda perfectamente engrasada tras años de hacer rugir el motor sónico de esas canciones mágicas. Todo está en su sitio y la solidez es total, los matices están asumidos sin sonar mecánicos o rutinarios y la frescura perdura aunada de una actitud y virtuosismo fuera de toda duda; ayer Víctor Sánchez (guitarra), Jacinto Ríos (bajo), Popi González (batería) y Raúl Bernal (piano y órgano) fueron el ropaje ideal para las canciones que nos ofreció Lapido.


Y haciendo alusión a su último disco, nunca me había gustado tanto como en la tarde-noche de ayer, más rockero y oscuro, sin ese sonido electroacústico que en el disco no me terminó de ganar, demostraron ayer esas canciones que están a la altura del genio de su hacedor, y las disfruté de lo lindo con ese ropaje de cuero y decibelios que mostraron en la sala BBK.
Además pudimos recordar una buena selección de temas destacados de su discografía post 091 (como era de esperar no sonó nada de los cero, también significativo).
Tras un comienzo que enlazaba una breve intro con "Pájaros" de su primer disco solo, el magnífico "Ladridos de perro mágico", del que también sonó la maravillosa "El Dios de la luz eléctrica" sus últimas coplas se combinaron con temas como: "Luz de ciudades en llamas" del EP de mismo título publicado en 2001; "Lo creas o no", "La hora de los lamentos", "El más allá" extraídas del catálogo de 2010 "De sombras y sueños"; "Algo me aleja de ti", la maravillosa y favorita personal "En el ángulo muerto", "Cuando el ángel decida volver" del imprescindible "Cartografía" (2008); "No digas que no te avisé", "La antesala del dolor", ambas incluidas en "En otro tiempo, en otro lugar" (2005); "Noticias del infierno", "No queda nadie en la ciudad" pertenecientes a "Música celestial" (2002) y dió por terminado el concierto con "Cuando por fin" del no siempre valorado en justicia "Formas de matar el tiempo" (2013).
Es posible que la inmediatez, unida a la debilidad juguetona de la memoria, así como la emoción del momento me tiendan una trampa, pero lo cierto es que la de ayer es la mejor actuación que le he visto a Lapido de todas en cuantas me lo he encontrado en vivo (exceptuando las dos noches milagrosas de mis encuentros con los cero de hace dos años), el caso es que el disfrute fue general y antológico, muchos se decantaran por otras referencias musicales, por los cantantes/presentadores de TV y por los que visitan la casa de Bertin, pero los suficientes afortunados (parafraseando a my friend Johnny JotaJota) nos solazamos con artistas de excepción como Lapido, y con canciones eternas como las que ayer sonaron en lo que fue, nuevamente, una gran noche de rock and roll.

No quiero dejar pasar esta ocasión sin comentar que este concierto, como tantos otros, se encuadra en las actividades que desde hace años programa el proyecto Walk On Project, una iniciativa que centra sus esfuerzos en la lucha a favor de la concienciación social e información a propósito de las enfermedades neurodegenerativas; igualmente se procura, por medio de las muchas iniciativas que emprende WOP la financiación para investigación.
Os animo a conocer esta iniciativa, es interesante, necesaria, justa y motivo de orgullo para todos.
Enlace de Walk On Project: http://www.walkonproject.org/WOP/

Comentarios

  1. Creo que me paso como a ti con el disco ... no me pillo bien de entrada ... pero en directo Lapido es honesto, sentido y consecuente con su pasado. No es como ver a 091 pero tampoco lo pretende. Lo mejor que ha salido de Granada desde la construccion de la Alhambra ....

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    1. Creo que el disco es fantástico en cuanto a la calidad de las canciones, pero no me convence la producción. Es una opinión, pero en vivo llega la magia de los grandes.
      Gracias y un afectuoso saludo.

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  2. La Bestia Colorá9 de abril de 2018, 9:56

    Completamente de acuerdo con el Señor Aybar, aunque sí es cierto que en este disco yo encontré un poco del 'contagio eléctrico' tras la gira de los Cero.
    Un Maestro, EL Maestro.

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    1. Creo que ese contagio del que hablas, y que es cierto, yo también lo noté, se amplifica en vivo, cosa que yo celebro.
      Gracias y un saludo afectuoso.

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  3. Más de 35 años en el negocio musical y el master está en plena forma. Abrazos.

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    1. Absolutamente, fue el comentario general a la salida, muchos comentamos que nunca le habíamos visto en tan buena forma, y que dure.
      Un abrazo.

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  4. Nunca diré una palabra más alta que otra hablando de un emblema absoluto como es José Ignacio. La casualidad quiso que también pudiera disfrutarlo en Bilbao. Soy un hombre con suerte

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    1. Desde luego, pues la verdad es que el concierto fue estupendo y disfrutamos de lo lindo.
      Gracias y un saludo.

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