Tom Waits - "Swordfishtrombones" (1983)


Coplas que no se entregan pero que te atrapan, como una droga dulce y escondida que te hace cautivo...
Por Jorge García.


Llega el californiano Tom Waits a Island Records en 1983, y a esta llegada le acompaña una nueva forma de acometer la grabación de sus canciones que el tiempo se ha encargado de bendecir con su veredicto inescrutable y que no entiende de sobornos.

Para este primer intento con el citado sello, Waits decide producirse a si mismo, desmontar el modus operandi instaurado en sus trabajos con Asylum Records y optar por un universo sónico mucho más complejo, agarrando instrumentos y estilos variopintos y dándoles cabida a la introvertida personalidad del autor. 

No desaparece el jazz, tampoco el rock, aunque las orquestaciones decaen en detrimento de pianos, hammonds, trombones, guitarras eléctricas, banjos, percusiones y otros instrumentos que se trasladan a los surcos de "Swordfishtrombones" (pues hablamos de este grandioso Lp). También encontramos pinceladas folk, blues, de música sudamericana, country o sones vodevilescos.


El resultado puede resultar barroco, incómodo en un primer instante, pero la espiral humeante que poco a poco se va adueñando del entorno sónico, unido a un extraño eclecticismo que proporciona una suerte de montaña rusa estilística, terminan ganando la partida y haciendo que el oyente claudique ante una obra de gigantesco atractivo, pastoso flujo sonoro, y ese lirismo maldito y nocturno que se desenvuelve entre la amargura y la terquedad.

Redondea la magnitud adicitiva del trabajo esa influencia primitiva - o primaria - en los cortes: que van de Kurt Weill a Anton Webern, con la incuestionable presencia de modo perenne de Captain Beefheart, lo que puede suponer, al menos así fue en mi caso, que "Swordfishtrombones" sea también un magisterio.


La portada es otro elemento que me absorbe: el cabaret. Puede ser Berlin o New York, pero un tugurio donde se respira un aire contaminado mitad marginalidad, mitad glamour; con una intensidad emocional que se termina desmoronando según avanza la noche y se engendran las canciones. Ese ambiente es el que enloquece el disco y me hipnotiza a mi, el entorno de estas melodías que se retuercen sobre si mismas pasto de una argamasa de tentaciones creativas.

Solo queda dejarse arrastrar por las canciones, por el universo que encierran: Algunas son como coartadas, otras como emboscadas, todas intrincadas, complicadas. Coplas que no se entregan pero que te atrapan, como una droga dulce y escondida que te hace cautivo, terminando por ser este un dulce cautiverio que se padece sin dolor.

Otro disco que me ha costado mucho acometer por exceso de respeto.


Comentarios

  1. Compre este disco y el raindogs a la vez en un momento de lucidez. Raindogs me parece mejor pro este es mas cautivador precisamente por lo fascinante de su contenido

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ambos hacen un todo junto a Franks wild years, aunque la elección de uno u otro es puramente achcacable a gustos, en mi caso Rain Dogs sigue a este a poco terreno.
      Saludos.

      Eliminar
  2. Una obra maestra que siempre estará entre mis diez plásticos favoritos de los ochenta. Que sigas perdiendo el respeto, Addi.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dentro de aquella década es uno de los discos más osados y contracorriente, con lo que se cocía entonces esto era un pasaporte hacia el fracaso comercial.
      Abrazos.

      Eliminar
  3. Lo que debió impactar este disco al salir, es uno de esos densos y variados pero que tienen la habilidad de no ser pesado. Soldier´s things es mi canción favorita

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tampoco fue un bombazo comercial, aunque es normal, en plenos ochenta con sus colorines y la new wave.
      Tambien es mi canción favorita, una maravilla.
      Abrazos.

      Eliminar
  4. POM, mi favorito de Tom. Escalofriante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi favorito también, no el único evidentemente pero si uno especial.
      Abrazos.

      Eliminar
  5. Coincido a partes iguales con Bernardo y Joserra, tanto el "Rain Dogs" como este "Swordfishtrombones" me parecen los dos discos fundamentales del autor californiano. Este último es quizás más rico en matices, tú lo has dicho, barroco, con una mezcla de glamour de tugurio, marginal. Una apuesta más arriesgada que la de "Rain Dogs", más plano y convencional, sin dejar de ser grandioso.
    Vuelvo a Tom Waits de vez en cuando en busca de un sosiego vicioso.
    Abrazos,
    JdG

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que grande eso del sosiego vicioso, creo que algo así es lo que yo busco entre sus surcos y lo que es mejor, encuentro.
      Rain Dogs es otra maravilla.
      Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario