Bruce Cockburn - "Dancing In The Dragon's Jaws", 1979.


Que Bruce Cockburn no es una estrella de la música es una evidencia que de tanto serla resulta una perogrullada, que ni siquiera como sonwriter es de los mas populares a pesar de que ha pateado la epidermis de este decadente planeta hasta no dejar palmo sin pisar... también. Ahora, que el canadiense es un extraordinario cantante y sensitivo compositor, que puede presumir de una selecta discografía cimentada en un buen grupo de álbumes de calidad y belleza, creerme que no es menos cierto.
Y si en alguna ocasión pudo sentir el calor del éxito en el rostro, y el nervioso temblor en sus diestras manos al disponerlas junto a las cuerdas de su acústica, asustadas por el rumor de multitudes respirando contenídamente en espera de las primeras notas del concierto, ese momento estuvo relativamente cerca en 1979, tras la aparición de el vinilo que hoy viene aquí, este maravilloso "Dancing In The Dragon's Jaws" que consiguió que el discreto señor Cockburn sintiese de forma fugaz y desinteresada algo de esas sensaciones que intuyo jamas busco el de Ottawa.
Esto fue debido a la popularidad alcanzada por el single "Wondering Where The Lions Are" que llegó al nº 21 en las listas de Billboard USA y que elevaron el disco al puesto nº 45 en la misma lista en su apartado de álbumes, lo que no esta nada mal.
Y es que este es un disco realmente extraordinario, en el se encuentra todo lo que aglutina la trayectoria musical de Cockburn, es decir: fabulosas composiciones de fluida y sentimental linea melódica, instrumentación rica y sofisticada que abarca desde pinceladas rock a retazos jazzisticos en un entorno de clasicismo folk de sesudo cantautor poeta y pensador.
Este disco, tildado por muchos de excesivamente comercial, tiene la característica de contar con melodías más encontradizas con el gusto general, una instrumentación menos intrincada que en anteriores entregas y una mayor luminosidad en el sonido.
Se aprecian baterías mas descaradas y pianos menos conceptuales y mas abiertos y amables. También su forma de cantar es más llana, más simple y crea un aire más pop al conjunto, pero todo dentro de una calidad incuestionable repartida en los ocho cortes que completan el trabajo.


El disco fue producido por Gene Martynec, instrumentista canadiense mas cercano al rock y al pop que ya había trabajado con Lou Reed en "Berlin". Su visión se nota y es responsable en gran medida de la fluidez sónica que diferencia este álbum de otros del cantautor canadiense.
Todos los temas son soberbios y disfrutables: desde la fluida y sencilla "Creation Dream" que abre el disco y que mete al oyente de modo inmediato en la rueda sónica que presidirá todo el trabajo -en este primer corte ya observamos el canto abierto y luminoso de Cockburn-. Se escucha un ritmo vivo, nada apocado ni tímido, lanzado y relajado, teclados de vocación menos pretenciosa y más popera, juvenil incluso, un gran tema de apertura.
Misma actitud en el segundo corte, más acústico y folk, más oscuridad en la voz pero mismos derroteros en cuanto a intencionalidad y pretensión, otro disfrutable tema titulado: "Hills Of Morning".
Nerviosa, acústica y luminosa melodía cantada de forma cálida, con un precioso piano cimentando el paseo de la hermosa y evocadora letra en "Badlands Flashback", tema realmente hermoso y que se disfruta de un tirón, genial trabajo a la guitarra y al piano en su segunda parte.
Popera y vitamínica pieza es "Northern Lights", con una base rítmica de bailable propuesta y una cimbreante guitarra, divertido y adictivo tema que cierra una brillante y disfrutable primera cara.


No queda demasiado tiempo para hacerse preguntas cuando volteas el disco sobre el plato, pues en cuanto se produce el milagroso beso de la aguja sobre los enroscados labios del vinilo, un ritmo con más sabor jazzistico, con un piano como de "gran manzana", nocturno y cabaretero, nos transporta a un entorno de paz y salida nocturna de smoking y pajarita, un sedante y bonito tema de atmósfera urbana y garitera, nos referimos a "After the rain".
Y llega la comentada "Wondering Where The Lions Are", tema que recuerda algunos del Van Morrison de la época, con melodía de imparable actividad y sencillez instrumental, canto entre pop y blues,  vestido con traje de alpaca propio de crooner repeinado de décadas pasadas y aún no olvidadas, estribillo evocador y pegadizo, un tema extraordinario sin duda, de los que nacen con poderosos pies para poder trepar por cualquier lista que les pongan por delante por muy abrupta y empinada que esta sea...los "X" minutos de fama a los que se supone que todos tenemos derecho.
Arpegio mucho más tópico y predecible en un artista de este perfil, melodía mas cercana al poco comercial jazz, que de repente muta a un caribeño estribillo, "Incandescent Blue" es un tema que contiene blues y jazz, folk y pop y que cuenta con un bajo que envuelve las guitarras y deja el protagonismo a la voz en falsete con la que nos expresa sus intuiciones el gran Mr. Cockburn.
Y la despedida, triste, todo ha ido tan bien, tan agradable, tan rápido...¿Quién dijo aquello de que lo bueno si breve dos veces bueno???, la despedida es triste, al evocador y relajado, casi mudo tronar de un piano de blanco sonido y la entonación vocal, de fraseo como de locuaz cháchara y estribillo hermoso, poderoso en los pliegues de una melodía que viaja al centro neurálgico de los sentimientos cual valiente huido de una cruel e injusta masa comandada por el cacique decrépito de siempre, "No footprits" si no es el tema favorito de servidor, poco le faltará, es precioso y afilado, de puntiagudos picos melódicos que rasgan el cielo en los límites melódicos de su encantador estribillo, un adiós dulce y un final feliz.


Gran y legendario disco que colocó a un semidesconocido para el gran publico Bruce Cockburn en un lugar bajo los focos en el que permaneció durante unas semanas en los meses en que los setenta daban paso a los ochenta, y que no tardó en abandonar en busca de sus más queridos y libertarios entornos, donde la música se hace con menos luz y más pasión, con menos falsa y múltiple ovación pero con  más sincera emoción, con más fluida y carnal comunicación, una carrera que continuó, habitando en las sombras del boca a boca y alimentándose de la expectación de unos cuantos a la puerta de una sala elegante que no glamourosa y dejando de herencia un conjunto de discos, de muy buenos discos que siguen emocionando a los parroquianos de estas salas limpias y decentes en las que el Sr. Cockburn hace, de forma cercana y entregada su arte desnudo y bello.

Comentarios

  1. Desgraciadamente no tiene el reconocimiento que merece pero todos sabemos que Jason Mraz, jack Johnson, John Mayer le deben la mitad de sus royalties

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    1. Asi es bernardo, el reconocimiento es caprichoso, algunos lo tienen de por vida por mucho, muchísimo menos.
      Buen sábado.

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  2. Solo hace unos años que empecé a escucharle, pero siento verdadera fascinación por el. y el pasado año cumplí el sueño de verle en directo en Bilbao, fue un lujo.
    Un grande, un genio.
    Abrazos.

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    1. Menudo bolazo dió, el y su guitarra, yo tambien estuve, la verdad es que estabamos cuatro gatos, pero el tipo se salio y de este disco ya cayeron algunas.
      Besos.

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  3. Puff es lo amo este disco! Es lo que yo llamo un disco para la ruta, para manejar por la ruta en un dia lindo al medio dia. Cockburn esta despegado de la mayoria de los folkies. Ojala se le reconociera mas. En una lista de discos que recomiendo que publique a finales del año pasado lo inclui. Un disco infaltable

    Saludos!

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    1. Me parece una maravilla de disco, ademas de completo y diferente es digerible y divertido, un discazo amigo.
      Saludos.

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